El amigo Pepe Álvarez, secretario general de UGT de Catalunya, ha
levantado una cierta polvareda con unas declaraciones que recoge La Vanguardia en UGT
de Catalunya considera la fusión con CC.OO. Sin embargo, las
palabras reales de Álvarez no son tan terminantes como expresa el conductismo
del titular del diario barcelonés. Léase con detenimiento y se caerá en la
cuenta de lo que realmente dice y quiere decir con toda la sensatez del mundo. No obstante, dirigentes de
ambos sindicatos han salido raudos a declarar que “ese tema no está en la
agenda”. Lo que viene a ser una respuesta más administrativa que de contenidos.
Comoquiera que, en anteriores ocasiones, se me ha respondido de manera similar
deseo intervenir en ese asunto desde la comodidad de ver la función desde el
gallinero.
Nadie en su sano juicio propondría la unidad sindical orgánica para
ahora mismo. Por lo tanto, la respuesta de “no está en la agenda” es de
aproximado sentido común, incluso estando limitada por no apuntar si es
deseable y conveniente. En mi caso, ya que considero que es deseable la unidad
sindical orgánica, intentaré concretar cómo veo las cosas para que,
gradualmente, se vaya abriendo un camino unitario del sindicalismo confederal
en nuestro país que no debe circunscribirse solamente a los dos grandes
sindicatos sino al mayor número de ellos que así lo deseen. Las buenas palabras de Pepe Álvarez me incitan a
ello, pero antes necesito hacer unas consideraciones previas. Más adelante me
meteré en esa harina, repito: desde la comodidad de estar en el gallinero de la
función.
Primero
Las
situaciones de crisis han propiciado históricamente dos situaciones sindicales
contradictorias: una, el enfrentamiento de los sindicatos, que se ha trasladado
al movimiento de los trabajadores, generando momentos de escisión y ruptura;
dos, pero también han favorecido momentos de unidad sindical, incluso orgánica.
Quienes conocen la historia del sindicalismo lo saben perfectamente. Como la
primera opción (enfrentamiento, escisión y ruptura) es indeseable, me referiré
a la segunda.
Segundo
Este
proceso unitario español es, en buena parte, responsable de no pocas conquistas
así en los convenios colectivos como en las concertaciones ante los poderes públicos.
Por otro lado, la sostenida y consistente unidad de acción está dando la cara
en defensa de la condición de vida y trabajo del conjunto asalariado durante
los últimos tres años con una serie de grandes movilizaciones contra los
ataques a las políticas del Estado de bienestar y los recortes de todo tipo,
tanto del Gobierno central como de no pocas administraciones autonómicas y
locales. Y a mi juicio, dicha unidad de acción es un elemento que anima y
concita los elevados niveles de participación en el conflicto social. Esta unidad es, pues, beneficiosa. Más todavía, pone las bases de un proyecto
gradual más ambicioso. Mejor dicho, debería poner esas bases.
Tercero
Pero
el proyecto de unidad orgánica (eso que administrativamente se llama fusión) no es deseable para ahora mismo.
Me esforzaré en dar las razones: sería una opción burocrática,
superestructural, hecha de prisa y corriendo. Es más, sería el resultado de una
operación que implicaría sólo y solamente a los grupos dirigentes de ambas
organizaciones, dejando al margen a millones de personas que ni siquiera se
sentirían sentimentalmente vinculadas a la fusión. Hacer las cosas así (cosa
que nadie plantea, por supuesto) sería una posterior fuente de conflictos que daría
motivos a situaciones confusas y, tal
vez, de vuelta a la anterior casa. Dicho
en plata: por ahí, ni por pienso.
Cuarto
Así
pues, descartada la fusión ahora y para ahora, si se piensa que la unidad
sindical orgánica ¿de qué manera es posible y deseable avanzar gradualmente
hacia ese objetivo? Lo primero y principal, elevando todavía más los niveles
actuales de unidad de acción con el apoyo masivo del conjunto asalariado. Y
después …
…
y después abrir un debate sobre los temas substanciales que presiden y
conforman la acción colectiva del sindicalismo confederal. A saber:
n carácter
de la negociación colectiva, desde la plena independencia y autonomía del sujeto
social;
n las
formas de representación y representatividad del sujeto social tanto las de
naturaleza interna como las que le significarían como sujeto extrovertido y próximo;
n el
carácter de las estructuras y los grupos dirigentes…
Como
mínimo. Con lo que resulta que estaríamos en un proceso de duración
imprevisible, ante una navegación que –aunque su puerto no sabemos a cuántas
millas está— se cuenta, al menos, con un aproximado cuaderno de bitácora.
Quinto
Si
por otra parte ese rumbo es firme, no sería descartable que una serie de
aparatos (Fundaciones, gabinetes técnicos, instrumentos de tutela…) fueran
fusionándose gradualmente.
Sea
como fuere, la gran operación no puede ser cosa de (es una forma de hablar)
Pedro y Pablo. En ella deben estar implicados no sólo los afiliados sino
aquellos que potencialmente podrían estarlo.
Por
último, me permito un aviso para navegantes: lo peor sería que, acuciados por
dificultades mil, nos viéramos obligados a una fusión a trancas y barrancas. Lo
que podría suceder al no tener en la agenda nada previsto. De ahí que las palabras de Pepe Álvarez tengan el valor de haber revisitado el tema.
5 comentarios:
Sí ya lo tenemos en los estatutos, por que no lo implementamos en el plan de acción?. Llevare la Propuesta al congresual, las bases lo piden, el tema lo paran los militantes
Apreciado Julián, ¿de qué militantes hablas? El problema que tienen los dos grandes sindicatos confederales es, precisamente, que no tienen militantes. Está la gente que trabaja para el sindicato, bien sea asalariada del mismo -los mismos que están sufriendo ahora los eres y despidos- y los liberados en sus empresas (gentes que se odian a muerte con los del sindicato contrario); o la base de delegados de personal y comités, con escasa o nula conciencia sindical -ya no hablemos de clase- que ni entra ni entiende la dualidad CCOO-UGT. El hecho de que sigan existiendo dos sindicatos como CCOO y UGT se debe más a la propia supervivencia de sus burocracias -verdaderas dueñas de los sindicatos- que a las necesidades reales de la clase trabajadora y a su cristalización objetiva en forma de sindicato.
Tendamos a la unificación -a la fusión, por decirlo en los términos empresariales que utiliza Jose Luis-, pero con la vista puesta en superar la derrota y la humillación constantes que estamos sufriendo.
Apreciado Julián, ¿de qué militantes hablas? El problema que tienen los dos grandes sindicatos confederales es, precisamente, que no tienen militantes. Está la gente que trabaja para el sindicato, bien sea asalariada del mismo -los mismos que están sufriendo ahora los eres y despidos- y los liberados en sus empresas (gentes que se odian a muerte con los del sindicato contrario); o la base de delegados de personal y comités, con escasa o nula conciencia sindical -ya no hablemos de clase- que ni entra ni entiende la dualidad CCOO-UGT. El hecho de que sigan existiendo dos sindicatos como CCOO y UGT se debe más a la propia supervivencia de sus burocracias -verdaderas dueñas de los sindicatos- que a las necesidades reales de la clase trabajadora y a su cristalización objetiva en forma de sindicato.
Tendamos a la unificación -a la fusión, por decirlo en los términos empresariales que utiliza Jose Luis-, pero con la vista puesta en superar la derrota y la humillación constantes que estamos sufriendo.
Apreciado Julián, ¿de qué militantes hablas? El problema que tienen los dos grandes sindicatos confederales es, precisamente, que no tienen militantes. Está la gente que trabaja para el sindicato, bien sea asalariada del mismo -los mismos que están sufriendo ahora los eres y despidos- y los liberados en sus empresas (gentes que se odian a muerte con los del sindicato contrario); o la base de delegados de personal y comités, con escasa o nula conciencia sindical -ya no hablemos de clase- que ni entra ni entiende la dualidad CCOO-UGT. El hecho de que sigan existiendo dos sindicatos como CCOO y UGT se debe más a la propia supervivencia de sus burocracias -verdaderas dueñas de los sindicatos- que a las necesidades reales de la clase trabajadora y a su cristalización objetiva en forma de sindicato.
Tendamos a la unificación -a la fusión, por decirlo en los términos empresariales que utiliza Jose Luis-, pero con la vista puesta en superar la derrota y la humillación constantes que estamos sufriendo.
Yo percibo sintonia en las altas esferas de los sindicatos, pero es ir a cualquier acto con militantes (delegados, gente mayor que lleva toda la vida en el sindicato, etc) y escuchar en labios del jefe las siglas del otro sindicato y tiene que agachar la cabeza con la de silbidos y collejas que se le viene encima.
Lo dicho, las bases, los afiliados estan por la labor de un Sindicato Confederado Único con sus distintas corrientes internas, como ahora mismo hay en todos los sindicatos.
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