miércoles, 2 de marzo de 2011

ESTE CONCEPTO INSERVIBLE DE LA PRODUCTIVIDAD


Sumida en la perplejidad, Carmen Alcaide escribe su habitual artículo dominical en el sepia de El País, 27 de febrero de 2011. Helo aquí: Europa y la competitividad. El texto, como podrá comprobar el lector chafardero, es toda una muestra de la desorientación en la que andan sumidos algunos exponentes de la ciencia económica, una disciplina pendenciera donde las haya.


El asunto que trata Alcaide es la propuesta de la cancillera Merkel, esto es, desvincular la inflación en la negociación de los salarios, y en su lugar establecer el vínculo entre salarios y productividad. Alcalde duda y, como argumento, nos deja lo que textualmente copiamos: “Pero esta medida no carece de dificultades. Habrá que determinar detalladamente el concepto y la medición a aplicar en la productividad. Para ello es necesario establecer algún indicador capaz de medir correctamente la productividad de cada empresa y de cada sector. Lo que es válido conceptualmente en términos generales para el conjunto del PIB español no lo es cuando se desciende a términos empresariales”. [Fin de la cita].


Digamos que Alcalde considera que el concpeto “productividad” está bien fijado a niveles generales, macroecónómicos, mientras, sin embargo, en lo minúsculo del barrio (la empresa y el sector) dicho concepto necesitaría una mano de pintura. Yo veo las cosas de otra manera, pidiendo disculpas a la señora Alcalde y al resto de la mentada cofradía. Creo que se está trabajando con un concepto indeterminado, que parte de una lógica un tanto torticera: aumenta la productividad si el número de trabajadores desciende, mientras el PIB se mantenga. Comoquiera que esa lógica es la que también tiene validez académica en el sector y en la empresa, pero resulta un contrasentido (igual que en la macroeconomía, añade un servidor) bien visible, Alcalde dice que debe crearse un indicador.


Hace tiempo propuse un debate en la revista online del CTESC (
http://www.larevistactesc.net/) partiendo de la siguiente consideración: toda una serie de magnitudes macroeconómicas han tenido su vigencia y razón de ser en el anterior paradigma económico; ahora, habiendo cambiado las cosas, ¿tiene sentido mantener las cosas? Y, si la respuesta es positiva, ¿nos puede usted ofrecer algunas pistas? Muy concretamente, se aludía a la productividad que seguía entendiéndose como si todo permaneciera incólume. Debo decir que nada sacamos en claro del resultado del debate: los analistas se limitaron a explicar académicamente qué es eso de la productividad.


Yo creo que el mantenimiento de los viejos conceptos (y sus respectivos algoritmos de cálculo), cuando todo ha cambiado, provoca una general indeterminación. Así las cosas, tengo para mí que es necesario reabrir ese debate. Interesa a los trabajadores y a sus sindicatos. Interesa a la comunidad académica. Aunque, parece no interesar a quienes prefieren no cambiar ni una pieza, no sea que el chamizo (en argot granadino, sería chambao) pierda el tejado.






5 comentarios:

Unknown dijo...

Soy de la opinión de que la propuesta (como dice un buen amigo mío) de Merkel es completamente insolidaria y parte de la base de una hegemonía económica que subyuga a los paises más pobres.
Quizás me meta donde no deba, pero la productividad siempre la he querido entender muy ligada a los salarios y las condiciones de trabajo. A mejores condiciones más productividad. Digamos que la productividad y el salario son dos ingredientes independientes (ahora que la cocina está tan de moda, por lo menos en Girona), aunque relacionados.

Pepe Luis López Bulla dijo...

¿Intedependientes entre sí o independientes de "otra cosa"? Puedes aclararlo.

Unknown dijo...

Lo intentaré. Si el salario está ligado a la productividad como producto cuantitativo del efecto producido por la fuerza de trabajo, entonces nos encontramos en una relación fordista donde el salario, necesariamente, se encuentra ligada al salario, en cambio si la productividad es fruto de un marco de relaciones laborales donde se mida como consecuencia de un buen ambiente de trabajo, un buen salario, en fin, de unas buenas condiciones laborales, entonces ya no está ligada, necesariamente, al salario, es decir, que al trabajar mejor hay más productividad, más beneficios y un mejor reparto de estos, con lo cual, de manera natural, la productividad crecería como consecuencia de las condiciones de trabajo mejores y, en paralelo, también los sueldos, que no estarías condicionados a una productividad marcada unilateralmente por la empresa. El salario forma parte de contrato, es decir, lo que debes hacer para ganártelo; la productividad el plus que va ligado a las condiciones de trabajo, cuando mejor sean, más productividad, cuando peor, menos productividad. Espero haberme explicado un poco mejor.
Un saludo.

Pepe Luis López Bulla dijo...

Pero no es eso lo que yo planteo, Aureli. Lo que afirmo es que, habiendo cambiado el viejo paradigma fordista, las magnitudes que lo presidieron (productividad y otras) deben medirse de otra manera. De una manera tan radical como ha sido el mencionado cambio.

Unknown dijo...

Veo que no me he explicado bien. Me refería a que la productividad no puede ser entendida como complemento al salario, sino que simplemente se produce más cuando se está en condiciones de trabajar mejor. Como consecuencia de esto, los beneficios de la productividad se deben de repartirse entre los trabajadores. Nada tiene que ver con el fordismo. Disculpa el entontamiento dialéctico, los resfriados pasan factura en las neuronas.