miércoles, 2 de febrero de 2011

EL PACTO DE PENSIONES Y MARCELINO CAMACHO


Las consecuencias de la huelga general del 29 de septiembre han sido más rápidas que las de la famosa del 14 de diciembre de 1.988. Ahora se han echado ver a los cuatro meses; en aquella ocasión de antaño tuvo que transcurrir un año y pico para que viéramos resultados, y eso que en aquel entonces ni siquiera trabajaron las calderas de Pedro Botero.


Tengo la sensación que hay amplios sectores que todavía no son conscientes de la importancia política del acuerdo sobre pensiones y el resto de materias que han sido concertadas. Nuevamente sobre el carácter de los contenidos me remito a lo dicho por los dirigentes sindicales en
Acuerdo para la reforma del sistema de pensiones – 2011 (Motivación y resumen de contenidos). Así pues, ¿en qué consiste la importancia política de este acuerdo? Vayamos por partes.


Primero. Trasforma lo que, durante meses, fue la tónica unilateral del Gobierno en concertación social. Y, hasta donde nosotros sabemos, negociar es algo substantivo al sindicalismo confederal.


Segundo. El acuerdo ha trasladado el centro de decisión, que antes estaba en el pacto gobierno con las derechas nacionalistas, al territorio de la concertación social. Que esto provoque algún que otro roce entre Zapatero y los nacionalistas, es cosa suya. Porque, a decir verdad, los ha dejado tirados en la cuneta. De la misma manera que ha dejado tirados en el arroyo a una serie de personajes de muy alto fuste que le jaleaban en su política de confrontación y le exigían bombásticamente aquello de más vale reformas sin pactos que pactos sin reformas.


A otra cosa, mariposa.


No entro en las críticas razonadas que algunos han hecho al acuerdo de pensiones; están en su derecho y, sin retranca, afirmo que deben ser tenidas en cuenta por el sindicalismo. Pero sí quiero entrar en un problemilla que algunos carajilleros están instrumentalizando: la figura de Marcelino Camacho. La más representativa podría ser la siguiente: “YA EN SU DÍA mARCELINO (sic) SE VIO OBLIGADO A DIMITIR, POR EL ACERCAMIENTO A LA LÍNEA DEL PSOE. AHORA ENCIMA EMPRENDEN UNA CAMPAÑA PARA HACERNOS CREER QUE LA EFORMA (sic) ES ES NECESARIA. SIN-VERGÜENZAS”. Que dice una comunicante en facebook.


Por supuesto, esta joven no es una carajillera, pero sí lo es quien le ha dicho que “Marcelino se vio obligado a dimitir…”. Cosa que no ocurrió nunca, lo que pasó fue otra cosa. Y doblemente carajillero porque –esto es una hipótesis-- no le informa a la muchacha que él mismo pitó a Marcelino cuando éste defendía el acuerdo nacional de empleo en 1982 y, antes, los Pactos de la Moncloa con más vehemencia incluso que Santiago Carrillo. Por lo tanto, sólo sugiero un castigo al carajillero de marras: que se le deje sin coñac durante una semana.

1 comentario:

Señor G dijo...

Tengo el librillo con los pactos de la moncloa en mi casa. Soy un fetichista y me lo llevé de casa de mis padres al emanciparme.
Pero, y le pregunto desde mi curiosidad ¿de aquellos acuerdos que partes se cumplieron y que partes no?