miércoles, 9 de febrero de 2011

¿HABLAMOS DE LA IGUALDAD, MIQUEL FALGUERA?


Querido Miquel, dispensa si (parece que) abuso de tu paciencia, pero es el caso que los lectores de este medio me exigen que vuelvas a la carga con la famosa triada libertad – igualdad – fraternidad. Por otra parte, debo informarte que el “nivel de audiencia” de tus dos últimos artículos es impresionante; no te lo concreto para evitarte un ataque de sobrevenido egotismo. Así es que he pensado …


… he pensado que, ya que hemos conversado sobre la libertad y la fraternidad, le echemos un vistazo (quiero decir que escribas) sobre la igualdad. Para que nadie se llame a engaño, sí es necesario decir que estamos hablando de la igualdad, basada en la diversidad de las personas, no en su homologación. Bien, hablar de la igualdad no te costará demasiado pues en no pocos trabajos, especialmente sobre negociación colectiva, le has hincado el diente a tan importante asunto.


Por lo que a mí respecta, me importa pensar sobre ello. Porque tengo la impresión de que se está dando una regresión de civilidad, cuya primera víctima es la igualdad: tanto en las condiciones materiales en que vive la humanidad como en las culturales que, en cualquier modo, reflejan esas condiciones. Peor todavía, no sólo estamos asistiendo al incremento de la desigualdad sino al alargamiento de la franja entre ricos y pobres.


Y si preocupante es lo anterior, no lo es menos –en mi poco documentada opinión-- que la política de izquierdas se ha retirado, por así decirlo, de las fronteras de la igualdad y, mutatis mutandi, se ha ido deslizando hacia las de signo liberal. Por ejemplo, desde mi cultura reformista me parece disparatado la sacralización que la izquierda lleva haciendo de la teoría de la igualdad de oportunidades de partida. Un contagio, a mi modo de ver las cosas, de la biblia liberal más civilizada y una inversión de la tradicional teoría de la igualdad que antaño defendieron las izquierdas. Lo digo porque –corríjeme tú-- en teoría la igualdad de oportunidades de partida puede darse, en teoría; pero en la práctica esa igualdad no se opera en el punto de llegada. Tanto descuido por parte de la izquierda le ha llevado a no argumentar a la ofensiva contra las teorías de la “desigualdad productiva”, que dejó dicho el pelandusco de
Friedrich von Hayek, afirmando que puede ser el motor del desarrollo.


Pues bien, hay otra razón por la que creo estás en condiciones de escribir largo y tendido: tu exhaustivo conocimiento de materias donde se concreta esa crisis de la igualdad; me remito a la
MIQUEL FALGUERA: Carta abierta al sindicalismo que tanta perplejidad provocó en su día. En fin, ya ves que no puedes negarte a atizar el necesario debate. Ya veo cómo se agitan las sombras de Rousseau y del Barbudo de Tréveris a la espera de lo que digas.




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