viernes, 18 de agosto de 2017

No nos arrugaremos.



No nos arrugarán. No nos intimidaremos. No lo consiguieron en las ciudades hermanas de Madrid y Bruselas, Londres, Niza y Berlín, y tantas otras. Lo único que consiguen es que lloremos a nuestros muertos, que es señal de la fortaleza del humanismo.

No conseguirán que dejemos de ir al mercado, los colegios, coger los transportes, acudir a los lugares de ocio y esparcimiento con nuestras familias y amistades. Como pedagogía de presente y futuro. No es una estética de postureo, sino una convicción fuerte que hemos ido aprendiendo de un tiempo a esta parte. Más todavía, no podemos dejar de hacer lo que hemos venido haciendo hasta ahora. Esta práctica (darle normalidad a nuestra vida cotidiana) se ha convertido en una idea-fuerza.


Podrán seguir matando, pero –más allá del dolor y la solidaridad con las víctimas del terrorismo— sólo  serán unos rasguños. Cierro, quiero llegar a tiempo a la concentración que habrá en Pineda de Mar a las doce, a las doce en punto.


No hay comentarios: