sábado, 28 de enero de 2017

Un juez botarate. Perdón, ex juez



El senador Santi Vidal  (ERC) –juez, que fue suspendido por el Consejo General del Poder Judicial— ha manifestado en conferencias en diversas localidades catalanas que la Generalitat tiene todos los datos fiscales de los residentes en Catalunya, recogidos ilegalmente y que los presupuestos del Govern tienen una partida camuflada, de 400 millones de euros, para construir estructuras de Estado». Más todavía: «de los 801 jueces españoles en Cataluña sabemos perfectamente cuáles comparten nuestros sueños e ideales. Sabemos perfectamente cuáles se quedarán y cuáles se irán» (1). No se trata de un calentón, porque lo ha repetido, como se ha dicho más arriba, en distintas charlas públicas a mediados del mes pasado. Sólo cuando su contenido salió en las llamadas redes sociales, su partido y el mismísimo Govern catalán han tenido que salir al paso. ERC, a su vez, le ha obligado a dimitir.

Aunque tenemos el bendito defecto de la suspicacia no estamos en condiciones de saber quién ha metido el remo en el corvejón. O uno u otro. Ahora bien, cabe la hipótesis de que el senador y sus detractores hayan pactado el desmentido. Porque una información de ese calibre podía provocar un bochinche descomunal.

Por lo demás, ¿es creíble que este botarate de Vidal se invente la cosa? O, si se quiere: ¿qué interés tiene ese caballero en airear el asunto? Y si es mentira ¿qué gana él mismo o, peor todavía, qué piensa que puede ganar el secesionismo? Y a partir de aquí se pueden hacer mil y una cábalas sobre el particular.

Primera hipótesis. No me parece increíble lo que ha declarado Vidal; ser un alocado no implica necesariamente ser embustero. Desde tiempos inmemoriales los gobiernos (y, en general, el poder) han usado sus palillos con prácticas ilegales; han tenido como libro de cabecera el de la doble moral y la doble contabilidad; y practicado todo tipo de controles. No necesariamente Vidal ha contado una fábula. Lo chocante es que alguien sea tan ligero de cascos con los asuntos de Estado.

Segunda hipótesis. Que todo sea una fábula. Que este Vidal se haya inventado toda esa tramoya. Pero, en este caso, que no es inverosímil, sería la expresión de todo un artificio de invenciones muy al uso de un sector del secesionismo catalán. No sólo el que fabula sobre la catalanidad de Terea de Ávila y Cervantes, sino también de cosas de ahora mismo. Por ejemplo, hace meses tuve una conversación con un reputado dirigente local. Me ponía al tanto de que el Estado de Israel está financiando todo el procés, y  que, lograda la independencia de Cataluña, dicho país será nuestro principal valedor económico.  Le pregunté qué ganaba Israel en ese negocio. Pero en ese detalle no había caído el fabulador.     




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