sábado, 1 de octubre de 2016

¿Cómo acabará el Comité federal?



Las aguas andan revueltas también en Italia. Un inciso: más adelante volveremos al PSOE. No está claro el resultado del referéndum que está convocado para sancionar la reforma de la Constitución de la República. Uno de los puntos más vidriosos contempla que la mayoría parlamentaria vencedora en las elecciones tenga un premio de más escaños. No sólo es el único, pero sí el que, a no más tardar, nos sea presentado a nosotros, aquí en España. La lectura que hacen los del Partido Popular del bipartidismo parece forzar a esa mutación de la ley electoral. La situación interna del PSOE, acabe como acabe su problema, también podría empujar en esa dirección. Previamente asistiremos a un bombardeo sobre los males del post bipartidismo y la imperiosa necesidad de la gobernabilidad, siempre que sea en clave bipartidista.

Todo ello traería de rebote una acumulación de poder por parte del Ejecutivo y, en consecuencia, una laminación de los poderes autonómicos y municipales. Esto último también forma parte de la contrarreforma italiana. Los actuales acentos termidorianos –así en Italia como en España-- ya no serían discrecionales sino legales. Más todavía, constitucionales. En resumidas cuentas, una democracia demediada.

En realidad, tengo la impresión que el objetivo central –estratégico, diría— de Felipe González y de la gigantesca pendencia interna que él mismo ha organizado en su partido va por ese derrotero: una reforma de la Constitución y de la ley electoral que vuelva los pasos al bipartidismo. Un objetivo plenamente coincidente con el PP. Que tendría inestimables apoyos en los medios financieros y de los poderes mediáticos. Una muestra de ello ha sido la campaña anti Sánchez que el grupo PRISA puso en marcha hace tiempo y que ha tenido (hasta ahora) la expresión más irasciblemente indecente con el tristemente célebre editorial de El País del jueves pasado. Por eso, entiendo que el terrible litigio del PSOE se nos muestra trucado. Es más, se diría que es un pretexto.

Es impensable que el motivo central de la bronca sea el «o Rajoy o yo». Aquí hay algo más de chicha. Y, al margen de las luchas por el poder, que simbolizan poltronas y sillones, está no ya la gran coalición PP y PSOE sino el planteamiento que  atribuimos a Felipe González de volver a las plácidas aguas del bipartidismo y al conflicto técnico (sólo técnico) entre los dos grandes partidos. De ahí la insólita agresividad del viejo González y la ruptura de los cánones del multimedia PRISA. La lucha por el poder son variables de esa función. Pedro Sánchez es una interferencia a esa estrategia. 

Ya veremos cómo acaba, si es que empieza, el Comité federal. Escribo a las 10 de la mañana.


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