martes, 31 de enero de 2012

SALIR DE ESTE TIPO DE REFORMAS


Celebrando el 65 aniversario de Angel Rozas. Junto a Angel están Gregorio López Raimundo y Miquel Falguera.


  
Si hemos afirmado repetidamente que la (pretendida) intencionalidad de las reformas laborales no aborda las causas de la crisis; si hemos dicho por activa, pasiva y perifrástica que sus contenidos no influirán en la creación de puestos de trabajo… hemos de convenir que el sindicalismo confederal debería proponerse en los hechos salir de esas coordenadas que, desde hace tiempo, son un círculo vicioso. Esto es, hay que zafarse de una situación en la que estamos a la contra. A la contra de frenar lo peor. En esa lógica de “respuesta” se inscribe el reciente acuerdo; en todo caso, dejaré las cosas claras: si un servidor hubiera estado en la mesa de negociaciones habría firmado el acuerdo.

Ahora bien,  a mi juicio, lo que debe abordarse como problema de fondo son los mecanismos de freno que taponan el centro de trabajo que, hoy por hoy, se corresponden fundamentalmente con déficit de innovación tecnológica en nuestro país o, si se prefiere de manera más general, con nuestro  modelo  productivo.  Algo de esto escribí el 2 de junio del año pasado: 1) la inversión media por habitante en el sector de la innovación media por habitante en España son 318 euros, mientras que en el patio de vecinos europeo son 473 euros; 2) España ocupa la decimoséptima posición en el ránking europeo de gasto en I + D, por debajo de países como Estonia, Chequía y Portugal. A pesar de esa cartografía española, el Ministerio de Ciencia ha dejado de de gastar un tercio del presupuesto para I + D. Así las cosas, se sigue la consigna de Unamuno: “que inventen ellos”. De manera que no es abusivo decir que nuestro sistema productivo es pura farfolla, especialmente debida a la garrulería de una  gran mayoría de empresarios y mánagers de probada estirpe chusquera.

Y sobre el mismo particular –esto es, sobre las características de nuestro modelo productivo-- dejó claro Antonio Gutiérrez con sus razonadas críticas en oposición a las medidas  sedicentemente reformistas de José Luís Rodríguez Zapatero (1). De los planteamientos de Gutiérrez, a mi juicio, no se han sacado las oportundas conclusiones, todavía. Por otra parte, tras la firma de la enésima reforma no tardará mucho tiempo en aparecer otro atracón de propuestas para otra nueva reforma laboral: es la misma lógica que aquel animal dantesco que, tras la comida, tenía más hambre todavía.  Por lo demás, tras esta reforma son muchas las voces que alertan que, como en anteriores ocasiones, la mayoría parlamentaria deconstruya a peor lo acordado recientemente. Y, así las cosas, como es natural (y obligado) volveremos a estar a la contra. Esta situación de estar a la contra lima, ciertamente, mayores desaguisados, pero no se vincula a la creación de puestos de trabajo, ni permite regenerar la economía; tampoco indica que tengamos un proyecto propio. Estamos zurciendo los desperfectos que organizan quienes se amparan en los mercados.

Un proyecto no es un zurcido.  Un proyecto puede ser el conjunto de medidas factibles contra el paro y la crisis, que hace tiempo anunció Toxo, capaz de establecer los vínculos y compatibilidades entre todas sus propuestas. Y, dentro de ese proyecto, debe caber inexcusablemente un Pacto por la innovación tecnológica, donde a mi juicio está la madre del cordero. Con una amplia negociación colectiva, a todos los niveles, como soporte de dicho pacto. Por supuesto, la patronal no está por la labor, está a la espera de de que se amplíe la desforestación de los derechos sociales. Pero la batalla debe librarse en ese estadio: entre la negativa de los empresarios y las propuestas obligadas del sindicalismo confederal.  Que, a partir de ahora, no debería ser la reedición del tipo de  (sedicentes) reformas como las que se vienen dando desde hace muchos años.     





Radio Parapanda.

LA FUNCIÓN DE LA LEY LABORAL Y LAS POLÍTICAS DE EMPLEO. (UNA REFLEXIÓN DE MARIA EMILIA CASAS BAAMONDE)


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