jueves, 17 de junio de 2010

LA REFORMA LABORAL, ¿REFORMA?


Me he estado conteniendo en mi ansia por comentar la propuesta final (?) del ejecutivo federal sobre la reforma del mercado de trabajo a la espera que personas más solventes que yo desgranaran el grano de la paja. Pienso que eso ya ha ocurrido, incluyendo el ruido avasallador del poder establecido y de la mayoría de los medios en favor de una reforma que no es una reforma y la explicitación sindical del duelo en OK Corral para el mes de septiembre, por lo que puedo circular por otros aledaños menos habituales. Me explico.


Desde hace unos meses los debates en torno a los cambios que deben producirse respecto al modelo de desarrollo y/o crecimiento han sido intensos e infructuosos. Totalmente infructuosos. Algunos ya lo intuíamos o temíamos, pero siempre hay alguna esperanza en la que depositar la razón.


Tanto el poder económico, como el ejecutivo federal, no estaban interesados realmente en cambios profundos a fin de establecer nuevas vías para la economía española. Principalmente unos y secundariamente otros, veían mayores oportunidades en la depredación de derechos sociales, independientemente de si venían al caso o no. Para unos y, tal vez, para los otros, la crisis en su dimensión e interpretación actual es una enorme oportunidad para sacar las tijeras contra los derechos y obtener un buen botín. Así ha sido hasta ahora con los dos paquetes de medidas, la primera de reducción del gasto público y la segunda de ajuste de derechos laborales. Queda una tercera o una cuarta, que no tardarán, sobre las pensiones y la sanidad pública, eso al menos.


Como testimonio de que la realidad es mucho más rica y compleja de lo que nos presentan los medios y los intereses de los poderosos, cito los ámbitos que han quedado descuidados en esa debâcle zapateriana: la reforma financiera (causa profunda de la crisis), la fiscalidad (en regresión desde hace unos años), el impulso a la investigación y al desarrollo técnico (siempre a la cola de las verdaderas prioridades), la formación y la educación (los ejes del futuro improbable), el sector inmobiliario (el cáncer de la economía española), todo eso como mínimo. También hay que citar que respecto a la falta de reforma del sistema financiero tenemos en cambio medidas de transformación de las cajas en bancos, es decir, la transferencia del ámbito social o colectivo al ámbito de la propiedad privada de los activos de las cajas. Eso si está en marcha. Como en Rusia.


La lista citada e inconclusa ex profeso es lo suficientemente digna de tener en cuenta para que en estas tristes horas alguna cosa en esos sentidos se estuviera haciendo e incubando. No parece que vaya a ser así. Y eso requiere explicación.


La causa de todo es siempre la misma: la incapacidad real por parte del ejecutivo federal de encarar solidamente los cambios en la economía española y estructurar una mayoría política y social que apoye y respalde la acción gubernamental. Esas son palabras muy gordas, pues en el fondo se trata de romper de una vez el poder anquilosado de ciertos sectores económicos y sociales que viven, muy bien de monopolios políticos, económicos o sociales.


El gobierno (este y muchos otros anteriores) falló primero porque galopaban en una jaca semi desbocada en términos de especulación financiera e inmobiliaria y obnubilados por el PIB, a pesar de las llamadas de alarma, optaron por cerrar los ojos a la realidad continuando con los espejismos derivados de la especulación. Incluso creyeron que Italia y Gran Bretaña quedarían detrás en la liga del PIB per capita. Locura mesetaria, a fe mía. No supieron o no quisieron ver los riesgos que finalmente los (nos) despeñaron en una crisis que negaron hasta extremos ridículamente infantiles y que les forzó a no hacer lo que debían cuando había tiempo para ello. Malgastaron no solo el tiempo y la oportunidad para las verdaderas reformas, sino que tiraron por la ventana el superávit en forma de reducción fiscal para los ricos y en cheques al portador por una miseria (los 400 del ala y otras hierbas).


Todo eso consta en esta misma hemeroteca, así que pinchamos artículos de hace dos años. Por lo tanto, no es comentario oportunista.


Hoy, sin márgenes de maniobra al uso, el gobierno se ha entregado con armas, bagajes y conciencia a la estrategia de la derecha económica española, reforzada por los comentarios y amenazas de las finanzas locas internacionales y el aplauso mediático que pide cuanta más sangre ajena mejor. Aplauso que se hace sin comprender nada (¿para qué?). Lo han hecho a la vez que el sistema de refuerzos europeos se rompía y dejaba las vergüenzas individuales a la vista en una operación autodestructiva de la UE.


El gobierno incluso ha sacrificado el lento crecimiento reiniciado hace unos pocos meses y ahora también lo hará con una parte del derecho laboral. Seguirán posteriormente, como he anunciado, otros sacrificios por parte de la población excluida de la orgía especulativa. El panorama del modelo de estado democrático, social y ligeramente equitativo se va por las cañerías. El gobierno tira a la basura pañales y niño incluido. El relevo gubernamental, que estará mucho más a la derecha, tiene la autopista despejada de peajes.


Todo ello para nada concreto que produzca desarrollo, ni siquiera para reforzar la posición política frente a unas eventuales elecciones. La cerrazón gubernamental no atiende a que, en estos momentos, son un juguete roto, sin legitimación ninguna. Su programa está hecho trizas, su dignidad política por los suelos y su eficacia, si la hubo, desaparecida. En esencia, hoy deberían convocarse elecciones con urgencia. Cosa que muchos no deseamos frente a la única alternativa existente, conformada por gángsteres, corruptos y débiles de carácter.


El país necesita una nueva senda de crecimiento basada en el desarrollo técnico y científico y en cambio se insiste en el modelo de costes laborales bajos como si la industria y la construcción tradicionales fueran un verdadero futuro. La opinión de la patronal es la de siempre, nada cambia en este mundo formado por dirigentes que no tienen empresas o por otros en estado de subasta empresarial de la miseria. ¿No hay alternativa empresarial a esa claustrofobia mental?


En fin, que si de reforma se tratara, otras reformas no laborales son las prioritarias. De este otro modo, nos llevan al sacrificio sin garantía de ningún beneficio que merezca tal nombre.




Lluis Casas, comprando oro antes de que se encarezca más.




Radio Parapanda. Nuestro enviado especial, Simón Muntaner, nos informa del
ENCUENTRO UNIVERSIDAD - SINDICATOS . Nuestro corresponsal nos ha facilitado el Texto de la declaración: http://www.nuevatribuna.es/pdf/declaracion-16-junio.pdf





Radio Parapanda. Sección Libros: HOMERO, ALBERTO MANGUEL Y LA EDITORIAL DEBATE

1 comentario:

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

¡Ay, madre mía, el artículo 51!