viernes, 19 de febrero de 2021

Es la confusión al por mayor

 

Cataluña se ha convertido en la región europea más confusa. Los partidos que la gobiernan han contribuido poderosamente a esa caracterización. Cuando aquel estrambótico presidente, Quim Torra, les decía a los jovenzuelos alborotadores que apretasen («apreteu, apreteu») estaba dando las más altas señales de la confusión de papeles: el de un agitador que, a su vez, parecía dirigir las instituciones autonómicas. Fue la versión grotesca de aquel Mao cuando exigía a los jóvenes guardias rojos que bombardeasen el Comité Central.

Es la confusión a granel: Waterloo está negociando con la CUP el reparto de la túnica sagrada tras las elecciones del pasado domingo. Las relaciones son excelentes entre el partido balumba de Laura Borràs (adinerados libertarianos, funcionarios de alto coturno, menestrales de mandil astroso, curas trabucaires y otras islas adyacentes, contrarios o indiferentes a la cuestión social) y los fraticelli de la CUP. Los hunos y los hotros están jugando a las apariencias: la balumba, extraña caja de Pandora, haciendo contorsiones hacia la extrema izquierda para no infundir sospechas; los milenaristas, disfrazados de anticapitalistas, como el  Arlequín de Goldoni que se ufanaba de estar al servicio de  dos señores. Es la reedición de aquel besuqueo entre David Fernández, uno de los padres de la CUP, y Artur Mas.  

«Bombardead el Comité central» exige Waterloo, con la aquiescencia de la CUP que traducido a la lengua vulgar quiere decir: al ataque contra los Mossos de l´ Esquadra. Entre el rapero Hasél y el orden democrático, Waterloo –el partido balumba--  se orienta al apoyo de la violencia. Una extraña paradoja: los violentos –sean pocos o muchos— defienden la libertad de expresión del rapero mediante la violencia, atacando físicamente la libertad de expresión de quienes no comulgan con ellos. Momentos de confusión: es libertad de expresión –dicen algunos partidos que ejercen responsabilidades gubernamentales así en Madrid como en Barcelona—elogiar y llamar al tiro en la nuca. Una consideración que, en boca de esos mismos partidos, es un tejeringo para que unos (Waterloo) se enfrente al Estado y otros (Echenique et alia) puedan elevar el listón del desacuerdo con el Gobierno del que los suyos forman parte. Es la confusión condensada. En todo caso, ambos ejercen –habrá que empezar a insinuarlo— la «retórica reaccionaria», de la que hablaba Albert O. Hirschman. O la retórica de boy scout: ante un incendio lo primero y más urgente es abrir una comisión de investigación para conocer sus causas y, después una vez acabadas las investigaciones, llamar a los bomberos.

De la confusión líquida se ha pasado a la confusión sólida: tv3 agitando a la parroquia en solidaridad con el cacofónico rapero del tiro en la nuca, pues todo vale para erosionar al Estado, esparciendo la tinta del calamar para disimular la derrota electoral de Waterloo.

Cataluña la región europea más confusa que –fiel a sus más nobles tradiciones--  recupera la egregia figura del cura trabucaire. Mosén Galí, cura de olla gerundense, clama desde su Hoja Parroquial y el púlpito que «no se vote a los traidores, solo a los independentistas». Igualico que aquel Mosén Antón, el cura guerrillero de la partida del Empecinado, que después se pasó al ejército invasor, según relata don Benito Pérez Galdós.  Es la confusión de los fanáticos con o sin sotana.

Oído cocina: se está fraguando una sonada protesta de los Mossos por la actitud del Govern de la Generalitat y, más en concreto, por el cabildeo que contra ellos se llevan entre manos Waterloo y la CUP.

Confusión de confusiones:  Pablo Iglesias está tensando la cuerda al máximo. Las influencias de Mao («bombardead el Comité central») pueden llegar a un punto de no retorno.   

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», decía don Venancio Sacristán. Echenique lo ignora. 

 

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