Debo esta
noticia a una información que Carlos Mejía, sindicalista de la CGT (Perú) ha colgado en
facebook.
Digamos, de
entrada, que por lo menos este caballerete va de frente y no se anda con
requilorios. Como debe ser. No tardaremos mucho en que el desparpajo del tal Bullard
acabe contagiando a sus congéneres españoles ya sean políticos de caspa
abundosa, curanderos sociales y tertulianos de garrafón. Si he traído a
colación las declaraciones de este personaje es porque inciden en la línea
argumental que un servidor planteaba recientemente en LA ESPAÑA DE SECANO CONTRA LA DE REGADÍO.
Un primer
comentario sobre dichas declaraciones sería interrogarnos sobre el alcance del
significado de «mucha educación». Esto es, ¿cuál es el diapasón de esa «mucha»,
¿hasta dónde llega? Pongamos que hablo de matemáticas, ¿alcanzaría al
conocimiento de los números de Cantor o se quedaría en las ecuaciones de primer
grado? O, cambiando de disciplina, ¿los conocimientos de historia se limitarían
a las hazañas de don Rodrigo Díaz de Vivar, famoso campeador burgalés o irían
más allá? Eso es algo que debería
aclarar la derechona que, todo indica, ha derrotado de momento a la vieja
derecha ilustrada con la que era posible darse los «buenos días» sin temor a
que te arreasen un cristazo en la frente.
Yo entiendo
–esta es una suposición, naturalmente--
que esta derechona de viejo aguardiente a granel no está interesada en
que los de abajo sobrepasen qué hay más allá de la regla de tres simple. Y que
del viejo Cid Campeador no se sepa sus conocidos devaneos con la morisma, no
sea que el héroe castellano se caiga del pedestal. Pues bien, sea cual fuere
esa limitada y no «mucha» educación debería, así las cosas, hacer realidad lo
que dejó enseñado a sus parciales el tratadista de filosofía política: «Tú me
das el reloj que llevas puesto y no te diré qué ora es”. Aunque, entrando en
cosas más crematísticas, bien valdría sacar punta al famoso hacendado de la Vega del Bajo Genil. Que
decía no compartir la voracidad del resto de los propietarios de
la vega. Afirmaba que tanta bulimia propietaria era el germen de futuras
revueltas. “Señores, no hay contradicción alguna entre ser justos y tener el
dinero a espuertas. Las matemáticas nos resuelven el problema. Yo mismo me
aplico al cuento. A la cuadrilla que siega un terreno cuadrado de dos metros de
lado les pago un tanto; y, como es justamente natural, les pago el doble cuando
dicho cuadrado tiene un lado que duplica su lado”.
Los jornaleros sabían de antemano,
por pura experiencia, dónde estaba la sofistería del hacendado. Pero cuando
aprendieron a leer y contar de la mano de Anselmo Lorenzo
pudieron demostrar fundadamente la sinvergonzonería (ex ante Wert) del hacendado. Y es que la disputa de poderes tiene
sobre todo una componente de disputa de saberes. De ahí que Wert vaya por un
lado y Anselmo Lorenzo por su contrario.
1 comentario:
"Bullard habla de dos cosas diferentes en este video (aunque por lo breve del segmento eso no se nota mucho): Primero Bullard dice estar de acuerdo con lo que acababa de exponer Ian Vásquez, quien toma la conclusión de que más educación podría empeorar las condiciones económicas de un país del profesor de Harvard, Lant Pritchett. La explicación sería que las clases educadas terminan trabajando no en sectores productivos de un país, sino en la burocracia estatal. Aunque Vásquez no lo menciona, Pritchett afirma que eso ocurre en "entornos institucionales perversos", es decir, en países con Estados sobredimensionados, burocracias infladas y donde el Estado se comporta como un "empleador de último recurso" (es decir, cuando nadie más te contrata, siempre puedes conseguir un puesto en el Estado). Obviamente esa no es la situación del Perú, así que para nuestro país esa tesis nos vale madre.
Bullard luego habla de un artículo del filósofo Robert Nozick (http://bit.ly/181gKN0) en el que éste último sostiene que los intelectuales (entendiendo por intelectuales a los "forjadores de palabras", es decir, poetas, novelistas, periodistas y profesores) suelen ser de izquierda y rechazan el mercado.
El gran error de Bullard es tratar de unir las dos tesis (la de Vásquez y la de Nozick) y llegar primero a la conclusión de que más educación lleva a ideas de izquierda, algo que no dice en ningún momento Nozick, quien modestamente afirma que eso puede ocurrir entre los "forjadores de palabras", no en todos los "educados". Pero su peor error es tratar de inferir del discurso de Nozick (para empatarlo con el discurso de Vásquez) que más educación puede ser un obstáculo para el desarrollo de un país. El filósofo más bien le restaba importancia al asunto de que los intelectuales sean mayoritariamente de izquierda y concluyó que "la tensión de la sociedad capitalista con sus intelectuales es mucho menos grave (y) podemos simplemente tener que vivir con ella". Nada de obstáculos al desarrollo ni nada que se le parezca.
En resumen, nuestro amigo Alfredo Bullard malinterpretó a Robert Nozick". - Dedo Medio / Revista peruana
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