lunes, 4 de julio de 2011

LOS MERCADOS NO DEJARÁN QUE SE HUNDA EL MUNDO




Me da mucho que pensar la lectura de un pseudoeditorial de El País de hoy: Puertas hacia el otro mundo, se titula. En dicho suelto se habla de la estimación de algunos cacólogos que propalan que el planeta estallará el 21 de diciembre del año que viene, aunque no dice exactamente la hora. Eso sí, hay una triquiñuela para el que quiera escaparse del Argamedón: refugiarse en Bugarach, un pueblecico galo casi al pie de los Montes Pirineos que, como se decía en tiempos pasados, nos separan de Francia.


La noticia está haciendo correr ríos de voz en las tertulias de cafetines y barberías. Unos dicen que pitos y otros que flautas. Izquierda Unida de Extremadura se ha abstenido de opinar al respecto. La tranquilidad, empero, ha venido de las fuerzas económicas, especialmente de los mercados y, más todavía, de sus escribas sentados. “No vamos a permitir que nadie nos fastidie el negocio ahora que estamos en el pináculo”, añadieron los mercados con voz aproximadamente aguardentosa. En la orilla de enfrente, la oenegé Global Salvation World (GSW) hizo un comunicado breve y confuso, aunque el argumento parecía ser que la noticia era una treta del Gremio de Hosteleros de los Bajos Pirineos con la idea de incrementar el turismo en la zona mientras la cosa se aclaraba. Por su parte, un sector montaraz de la Conferencia Episcopal Global, Monsignore Filippo Della Truffa, alineándose con el sector proclive a la calamidad cósmica, abunda en la idea de su conmilitón, el obispo alcalaíno: “Es la única manera de acabar con la homosexualidad: "fiat justitia et pereat mundus”. Y por si no fuera suficiente añadió: “fiat justitia et ruta caelum”.


Por nuestra parte –no nos es dado abstenernos en tan inquietante controversia-- entendemos que no nos encontramos ante un problema de eutanasia del Cosmos, ni ante una cuestión teologal. Así pues, diremos enfáticamente que es la economía, estúpidos. No es un problema teologal: no es creíble que las gabelas y simonías que recibe la santa madre iglesia desaparezcan sin más ante un problema que afecta a la picha y al culo. Es, repetimos, una cuestión económica: los mercados no van a provocar un terremoto de ese calibre con el riesgo de sucumbir ellos en ese berenjenal. En todo caso, hay otros motivos, aunque de menor entidad, que abundan en la imposibilidad de que se cumpla el vaticinio: todavía no se ha aclarado en qué lengua oficial se celebrará el Juicio Final, dado el choque de los trenes nacionalistas.

Hay, además, ciertos datos en la línea de la anticalamidad: el acuerdo alcanzado entre los mercados y Rubalcaba (ante la oposición enrabiada del Partido Apostólico de las dos Erres, Rajoy u Rouco) que estipula: 1) el apoyo sin fisuras de los mercados a Rubalcaba para que 2) una vez en el gobierno don Alfredo, se proceda a una macroreforma de las reformas que reformaron lo que no se reformó en aquella reforma. Un pacto y unas intenciones que han dejado un tanto amoscados, pero no excesivamente, a los teócrata-cristianos de aquende y allende el Ebro, acuciados por don Parné al sentido de la responsabilidad de Estado.


Por lo tanto, tranquilidad. Porque a pesar de que
han cambiado los 'mercados' y también la doctrina del Tribunal Constitucional español, esta mudanza –sobre la que se interrogan nuestros dos Enriques, Lillo y Fossoul-- no comporta er fin der mundo. Sea.









Radio Parapanda. Una prueba de que no existe peligro alguno es la incorporación al elenco de personas inquietantes del blog de Alfons Llopis, http://alfonsllopis.blogspot.com/















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