Mis sobrinos Antonio y Joaquín, el diumvirato que preside el Colectivo de Juristas Críticos de Parapanda.
Queridos amigos:
Os escribo en demanda de ayuda. Estoy dándole vueltas a la cabeza a un asunto que considero de interés: lo que he dado en llamar la “soberanía sindical”. Esta es una reflexión que me vengo haciendo desde hace algunos años; ahora –con la impresionante participación, normada e informada, de más de cinco millones de trabajadores italianos en el referéndum convocado por las direcciones de los sindicatos-- me acucia poner en orden todos los retales dispersos de que dispongo.
Pues bien, al igual que las Constituciones de los Estados-nacionales hablan de que “la soberanía radica en el pueblo” (y que, por tanto, los Parlamentos sólo `gestionan´ dicha soberanía), me pregunto si el movimiento organizado de los trabajadores debe contar con una expresión de soberanía. [Naturalmente sé que esa palabra es inapropiada, de manera que la utilizo en su sentido metafórico mientras no doy adecuadamente con la tecla]. Y si el movimiento organizado de los trabajadores debe contar con esa figura, ¿dónde reside?
Las prácticas sindicales son diversas a la hora de sancionar si el acuerdo (no importa de qué ámbito) se firma o no se firma: en unos casos se plantea un referéndum, en otros una consulta genérica y en la mayoría de las situaciones es el órgano de representación (ya sea el comité o el sindicato) quién decide. Todas ellas, según la tradición y el `mandato´ son democráticas; sin embargo, el diapasón participativo cambia de unas a otras. Las experiencias italianas –tanto en los convenios colectivos de los metalúrgicos como los dos referéndums generales, que se han dado— expresan un sentido muy concretamente elevado de la democracia activamente participativa. Es como si, indirectamente, tuvieran una soberanía sindical implícita.
Creo que en el caso español es más necesaria esa práctica porque el convenio colectivo tiene, por ley, una afectación erga omnes. Ahora bien, me parece de más interés que, mientras van coexistiendo esas formas diversas –referendums, consultas y decisiones `por arriba´-- se debería ir pensando en la formulación de una figura que, hasta que no encuentre la expresión, seguiré llamando como imitación de las Constituciones de los Estados nacionales, soberanía sindical. Lo que, por cierto, sería un considerable avance al ius-sindicalismo, una disciplina que en España está muy dejada de la mano de Dios.
Mientras tanto, viendo caer les feuilles mortes y al calor del hospitalario brasero de mi casa (que es la vuestra) en Parapanda, os saluda y choca vuestros cinco, Pepe Luis.
3 comentarios:
Mi querido maestro: Lo que dices en tu post me parece acertado, sin embargo encuentro que aún siendo un propósito muy en la línea de las necesidades que tenemos planteadas para dar respuesta a los nuevos problemas de la nueva situación, se hace indispensable una participación que no sea meremente seguidista por parte de los asalariados afiliados o no a un sindicato.
Como bien sabes, en el sector público de la sanidad, se van a producir cambios normativos en su marco actual. Me pregunto: ¿ cuántos trasbajadores han leído o saben de que vá la Llei de reforma del ICS?, ¿Cuántos sindicatos, además de colgar pasquines diciendo NO, han explicado de verdad en qué medida afectan los cambios?
Me pregunto que es lo que tiene que suceder para que unos y otros reaccionen.
Se me hace difícil plantearme a nivel práctico ninguna "soberanía"mientras la inmensa mayoría de la masa asalariada -afiliada o no-, no adopte una actitud más crítica consigo misma y con quienes les representan.
Si no existe una participación significativa no solucionamos nada.
Querido sobrino, disculpa que te haya hecho esperar para validar tu comentario. He optado por poner ciertas cautelas, ya que hay por ahí un moscardón (que utiliza nombre supuesto) que aprovecha este blog para despotricar sin argumentos y utilizando insultos contra dios y su madre. Lo gracioso del caso es que, si quitara los insultos, o incluso con ellos, nadie le podría llevar a los Tribunales. Sin embargo, el guerrero del antifaz --que se autocalifica de sindicalista discípulo de Agustín Moreno-- no da la cara. Creo que no es por miedo, sino para no exhibir sus rebuznos ideológicos. Es más, desde este blog quiere hacer publicidad para sus eructos. Así es que no le publicaré nada, ni siquiera si bendice a mi padre. Sobre tu comentario, déjame que lo piense más en detalle. Aunque creo que el problema no pasa por la soberanía sindical (entre comillas) sino por la elevación de los conocimientos y el razonamiento colectivamente informado. Hasta el sábado. JL
Mi querido maestro: Haces bien en ponerte a salvo de los eructos y rebuznos de embozados con antifaz.
En cuanto al comentario, además de comentarlo el sábado a la salida de misa, creo que sería bueno que se plasmara en el blog. Así, quizás alguien más podría expresar su opinión y aportar algo nuevo que no sean pedos orales, eructos o males leches mal llevadas.
Como siempre, nuestros puntos de vista, no serán muy diferentes.
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