domingo, 4 de septiembre de 2011

ELOGIO SIN ADJETIVOS DEL SINDICALISMO


Llevo unos cuantos días intentado refrescar mi vieja memoria. Provisionalmente he llegado a una primera conclusión: no recuerdo unos tiempos tan ajetreantes para el sindicalismo confederal como los actuales. Ni siquiera la primera etapa tras la recuperación de las libertades sindicales y políticas. Fueron tiempos de gran complicación, pues teníamos que simultanear la puesta en marcha de la arquitectura sindical, la negociación de los convenios en todos los ámbitos, las primeras elecciones sindicales y la celebración del Primer congreso. Pero, tengo para mí que la familia sindical lleva, por lo menos tres años, en una continua movilización mucho más complicada: la organización de la acción colectiva en tiempos de innovación-reestructuración de toda la economía en un contexto de globalización y de languidecimiento del proyecto político europeo; la crisis sistémica, aunque más bien parece un conjunto de crisis superpuestas, cosa que, de momento, dejo apuntado para una posterior (si soy capaz de ello) primera reflexión; la agresividad del neoliberalismo, y el contagio de éste en las políticas de lo que, tradicionalmente, algunos consideraban el “partido amigo”. Y, como sangriento volapié, la reforma autoritaria de la Constitución, en la que se han involucrado Anás y Caifás. Así pues, tiempos más convulsos que los de mis primeras épocas como sindicalista en libertad constitucional.


Todo lo anterior indica que nos encontramos en un momento de gran trascendencia, que no ha hecho más que empezar. Hablando en plata, estamos ante una operación de largo recorrido. Intuyo que, por ello, el sindicalismo confederal español es consciente de esa larga caminata. Los objetivos de la operación neoliberal se orientan, en mi pobre entender, a conseguir una nueva acumulación capitalista que, como al menos la primera, se vea libre de controles democráticos y con una substancial merma de poderes alternativos. Lo nuevo en esta situación es que el tradicionalmente considerado “partido amigo” ha cambiado de metabolismo y la “izquierda amiga” de antaño es claramente insuficiente para intermediar entre el movimiento de los trabajadores y el cuadro político-institucional. Así me parece que está el patio de vecinos.


Es inobjetable que el sindicalismo confederal se está confrontando contra ese paradigma. También lo hace un movimiento social, que todavía no es capaz de confluir –desde su diversidad-- con la organización más numerosa y estable, esto es, el sindicalismo. En tales condiciones, pedirle al sindicalismo que “haga más” me parece una evidente exageración. Que lo haga “mejor” podría ser una exigencia retórica.


Por lo general, la historiografía ha narrado en no pocas ocasiones les chansons de geste de los viejos movimientos sindicales. Ha hablado de cuando Lord Mansfield, presidente del Tribunal Supremo del Reino Unido, declaró en el último tercio del siglo XVIII que los sindicatos “son conspiraciones criminales inherentemente y sin necesidad de que sus miembros lleven a cabo ninguna acción ilegal”. Ha relatado el gigantesco movimiento de los cartistas; los combates de los wooblyes norteamericanos; las experiencias turinesas de los consejos de frábrica en los años veinte; los momentos insurrecciónales en París y Milán contra la ocupación alemana en las grandes empresas; el renacer del nuevo movimiento obrero en España a principios de los sesenta del siglo pasado. Pues bien, esa historiografía –necesitada también de ser expurgada de elementos mitómanos— se ha referido por lo general a las “vidas ejemplares” de los dirigentes de aquellas asociaciones, movimientos protosindicales y posteriormente el sindicalismo. Digamos que es así por la evidente imposibilidad de relatar el compromiso de millones de personas “de una pasta especial” que lo han dado todo por la emancipación. ¿A qué viene esta incursión en el ayer?


A lo siguiente: el compromiso firme del sindicalismo de nuestros días es la resultante de la pasión de centenares de miles de personas, de no importa qué edad y sexo. Pártase de ello si se quiere escribir –o mínimamente explicar— qué está pasando en el patio de vecinos de nuestros días.




Radio Parapanda. Dos locutores conspicuos hablan con fundamento para nuestros radioyentes:
NI POR LA FORMA NI POR LOS CONTENIDOS. NO A ESTA REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN y La Europa que tenemos y la política para cambiarla Son mis sobrinos los profesores Aparicio Tovar y Baylos Grau. De parapandesa natio.

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