Suena
insistentemente por los mentideros que tanto los de Aragonès García como la que vive de allegado en
Waterloo, Laura Borràs,
están presionando a los Comunes para
que entren a formar parte del nuevo—viejo gobierno catalán. Por lo que se ve, el veto de Waterloo a la Albiach tenía una caducidad señalada de dos días; y,
por lo que se ve también, Aragonès pretende hacer un pastel agrio intentando un
triángulo escaleno: Anás por una banda, Caifás en la otra.
Acuérdense
ustedes de la famosa definición que Romanones dio sobre el término ´nunca´: «Cuando yo digo nunca
me refiero hasta esta misma tarde». Politiquería, pero al menos es (cínicamente)
ingeniosa.
El
interés de ERC es claro: no aparecer solamente con la derecha de Puigdemont y
compañía, llamando a esta intención «gobierno de base amplia»; el interés de
Waterloo también es diáfano: impedir una relación de los comunes con los
socialistas que podría cristalizar en una unidad de acción de ambos o a tres con Esquerra.
Las
presiones son fuertes e insistentes. Algunos piensan que hay posibilidades de
que se forme ese extraño triángulo: el poder –afirman— es un imán muy atrayente.
Por lo que el imán y las ansias de poder, combinadas entre sí, pueden hacer
algo tan antiguo y manido como extraños compañeros de catre. No es esta la
opinión del equipo de Jéssica Albiach, que ha
dejado claro durante toda la campaña su opción por un tripartito con el PSC y
ERC. La cuestión es hasta qué punto la pundonorosa diputada tiene vara alta en
los Comunes o a media altura.
Los
Comunes han aguantado el tipo en estas elecciones con unos resultados extraños:
de un lado, mantienen el número de diputados, 8; pero, de otro lado, han
perdido 130.000 votos, una cantidad no irrelevante. En concreto, el resultado
les permite estar en la liza parlamentaria con la misma representación de la
anterior legislatura, pero la representatividad social ha disminuido
sensiblemente.
No
es mi interés sugerir ninguna opción a los Comunes. Doctores tiene la
organización. No obstante, una meditación serena me lleva a pensar –sin indicar
nada a nadie— que el caramelo envenenado del triángulo escaleno sería perjudicial para los Comunes y no
aportaría beneficio alguno a los sectores populares. De ahí que entienda que el
planteamiento de Albiach es lo más útil a fuer de sensatez.
De
ahí que es a los Comunes a quienes ahora les corresponde aplicar la piedra de
toque de don Venancio Sacristán: «Lo primero es
antes».
Nota.--- Entradas anteriores sobre este particular asunto:
Elecciones:
gacetilla de urgencia (1)
Golpe al
legitimismo de Waterloo (2)
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