Mi
desordenada cabeza olvidó en anterior ejercicio de redacción los chicoleos que
se traen los alemanes y los chinos. Desde luego es mejor que uno y otro
gobierno se lleven bien a que, por el contrario, se tiren los platos a la cabeza.
De donde infiero que la declaración europea, de hace meses, de declarar a China
como «enemigo estratégico» fue una intencionada estupidez. Una más que podría
añadirse a la ´Sistematización de la estupidez´ del sabio famoso.
Los
chicoleos alemanes --política a la remanguillé-- en esta ocasión son el tubo de escape de la inexistente diplomacia
europea en torno a esta desgraciada invasión de Ucrania por parte de Putín, cuyos daños –dice el Banco Mundial— se elevan
a 345.000 millones de dólares. ¿Calderilla? Pues bien, en esas estamos cuando
ayer se recordó en LV que en breve «se
procederá a la venta a China de una de las tres terminales del puerto de
Hamburgo». (Recuerdo que el puerto de Hamburgo es más grande que el de Motril).
La cuestión es que nadie dice nada como anteriormente tampoco han dicho no oxte
ni moxte con las ventas de otros puertos no menos importantes de Europa.
Pues
bien? La Unión Europea exhibe su elegante mutismo para no infundir sospechas.
Pero, ¿a qué se dedican las organizaciones
de parte? ¿Qué está diciendo la Confederación
Europea de Sindicatos en las homilías que publican? «Silencio en la
noche / ya todo está en calma / el músculo duerme / la ambición descansa», que
cantara Carlos Gardel. ¿A qué juega el Partido socialista europea y la
Internacional Socialista? A decir verdad, ambas estructuras se han convertido
en indolentes zaquizamíes o del retiro de quienes tienen faltas de ortografía.
¿Vagos
o indolentes?
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