jueves, 7 de abril de 2022

Tu quoque, Feijóo?


 

No es oro todo lo que reluce; en todo caso puede que sea oro del que cagó el  moro. De momento lo que reluce de Alberto Núñez Feijóo es justamente lo contrario de lo que se nos había vendido. De hecho desde hace muchos años se procedió a una operación de cirugía estética para borrar aquella imagen inquietante navegando con amistades poco recomendables. Comoquiera que el tiempo lo cura todo –o eso se cree--  Feijóo fue creando, y le fueron creando, una imagen de moderado, tranquilo, no estridente. Una imagen un tanto balsámica si se la comparaba con la de sus colegas mesetarios. En definitiva, este Feijóo es el celebrado dirigente de este partido que en cada congreso se hace un lifting para ser y no ser el de antes.

Habrá que esperar un tanto para conocer el verdadero rostro de Feijóo. Sus palabras en la clausura del congreso indicaron que había una cesura entre él y el felizmente defenestrado Casado. Pero, si se me permite la expresión, Feijóo expuso un tratado de antropología política, de comportamientos. Lo que no es poco y entiendo que es  --o puede ser, si se mantiene--  mucho mejor que el griterío de las zahúrdas del joven Casado. Pero, el nuevo líder pepero no habló de política: ningún proyecto o programa, solo tapa variadas de antropología.

Y cuando habla de política se refugia en el vicio que dice erradicar: hace populismo, populismo con educación, con buenas maneras. Ha hablado insistentemente en la bajada de los impuestos. Justamente lo que ningún gobernante europeo de su propia vitola propone en estos momentos.

Más todavía, hace un populismo tan populista como la de los indocumentados. Propone: «Una bajada inmediata y temporal de los impuestos» como condición para apoyar las medidas del Gobierno. Y sorprendentemente lo justifica de este modo tan chusco: «Si todos los precios han subido un 10 %, nosotros tenemos que devolver a los ciudadanos una parte de esa subida a través de la bajada de los impuestos». Chusco y chusquero. Una gilipollescencia que me recuerda los viejos tiempos cuando argumentábamos que no hacer x miles de horas extras se correspondía con  tantos puestos de trabajo.

En suma populismo con buena educación y  totalmente indocumentado. Paciencia, pues.

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