Los
de Casado están sufriendo un ataque de
perlesía: las recientes declaraciones de Arnaldo Otegi les han sumido en el
estupor. Es lo que suele ocurrir a niveles geoestratégicos cuando los halcones de un lugar desaparecen: sus
adversarios, los halcones de
enfrente, corren el peligro de dejar de comer caliente. El Partido Popular que
no tuvo argumentos viables para combatir a la banda terrorista de ETA, tampoco –por
lo que se ve-- cuenta con argumentos
para la paz. No los tuvo Aznar, ni Rajoy, menos los tiene este barbilindo de Casado. Nada
tiene que celebrar el PP. Por dos razones: primera, fracasó su estrategia
política en el País Vaco; segunda, bajo el gobierno de dicho partido no se produjo
el ´adiós a las armas´. Lo que vendría a demostrar la mezquindad de su grupo
dirigente. Por eso, cualquier elemento de sosiego es un potente adversario de
esta canibalesca oposición.
Otegi
ha tenido que hacer mangas y capirotes para encontrar una posición de síntesis
entre las diversas almas de su
beaterio. Pero, no me cabe la menor duda, de que esa síntesis --que llega tarde
y podría ser consecuencia de la derrota histórica que ha sufrido el
independentismo abertzale-- es un elemento positivo, a pesar de sus lagunas y
ausencias.
La
derrota: haber pensado –y mantenido durante lustros— que podían derrotar al Estado, a través de la
violencia con innumerables asesinatos; haber puesto las herramientas al
servicio de la independencia en este mundo de la globalización
interdependiente.
Las
limitaciones: el uso de la metáfora como argumento elíptico para evitar el nombre
de la bicha, esto es, la condena. «Nunca tenía que haberse producido», tiene la
pinta de ser el eufemismo para no tener que decir que aquello no tuvo razón de
ser. Es el eufemismo como (limitada) síntesis. Un pasito adelante, cierto.
Todavía les falta mucho que añadir: la condena firme, sin tapujos de un
larguísimo y trágico proceso.
En
estos momentos me quema la garganta, porque me acuerdo de mi amigo José Luis López Lacalle, (en la foto de arriba) padre fundador
de Comisiones Obreras, asesinado por la banda terrorista.
Así
las cosas, me pregunto: estos sucesos qué reflexión le merecen al
independentismo catalán.
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