martes, 14 de enero de 2020

¡Por fin!




Fumata rossa: hay gobierno. Han fracasado quienes se empecinaron en la parálisis. Un gobierno extraordinariamente novedoso: por su composición y por las características de su programa. Un gobierno que reconcilia a dos partidos que se han lanzado reproches, a veces extremadamente duros, con un compromiso de tirar para adelante. Más todavía, se trata de un gobierno que es una expresión de la madurez del conjunto de las izquierdas. Un gobierno que, según Pedro Sánchez, debe hablar para una misma cosa con el mismo nombre. Me permito un matiz: me conformo con que hablen con sinónimos.  

El equipo gubernamental se ha comprometido con un programa que en la práctica podría abrir un nuevo ciclo. Esto es lo que temen las derechas de secano y orinal y sus franquicias: la Brigada Aranzadi, los escribidores y radiofonistas de los medios zahurderos, los altos funcionarios de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, sector Palmar de Troya. Demasiadas enemistades. De ahí que el gobierno de Pedro Sánchez debe procurarse aliados estables. Javier Aristu son «el movimiento sindical y el movimiento feminista. Ambos son, hoy día, los principales baluartes de un combate social no solo defensivo sino propositivo. Cada uno con sus características culturales y organizativas; uno, muy consolidado en sus estructuras y en su sentido de la realidad de fuerzas; el otro más flexible y difuso pero no menos potente» (1). Totalmente de acuerdo. ¿Por qué? Por esta sencilla y pragmática razón: el programa de gobierno es la expresión política de las demandas de los representados por el sindicalismo y el feminismo. Por lo que su aplicación también depende del apoyo que reciba el gobierno frente a la intemerata de los ataques de la Caverna. Este es el sentido del implícito pacto de ciudadanía con el gobierno. Do ut des. Este es el sentido de los primeros andares, todavía en  taca taca, de un grupo ya numeroso de personas que conformamos una plataforma de apoyo al programa de gobierno (2). Cuyo primer objetivo es crear un amplio y consistente estado de ánimo en la dirección que apuntamos más arriba.

Advertencia tan cariñosa como enérgica: el pacto de ciudadanía es necesario, pero lo más urgente y prioritario –entiendo--  es que tengan vida propia las estructuras territoriales de los partidos firmantes del programa. Es la famosa pregunta del senyor Esteve: «Mientras estamos aquí fuera de la tienda, ¿quién se ocupa del mostrador?».  Vale. 




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