La Vanguardia,
el gran diario barcelonés ha captado el momento: fiesta democrática el domingo
tras el resultado de las elecciones y celebración importante del Primero de
Mayo. Lo ha captado hoy, tanto en portada como en su editorial, parece que
empieza a alarmarse.
En
portada afirma en titulares que «Los sindicatos reclaman a Sánchez una
contrarreforma laboral». Contrarreforma (sic). No, no es eso. La intención es
clara: darle a la exigencia sindical una connotación negativa. Más todavía, el
mensaje, distorsionando el carácter de la reivindicación, expresaría la
inconveniencia (para la empresa periodística) del clamor sindical de anular lo
que, exactamente, fue –ahora sí— toda una contrarreforma pura y dura. Vendrán
más avisos por parte del Conde
de Godó y asociados.
También
el rotativo barcelonés ha captado la otra parte del mensaje sindical, que
reiteradamente han planteado Unai Sordo y Pepe Álvarez. A saber, que el próximo gobierno sea de
coalición. Y comoquiera que el señor Conde y asociados saben que no es posible
un gobierno de Sánchez con Rivera, la petición es clara: el PSOE en solitario.
Pronto lo veremos escrito tout court
en La Vanguardia.
Por
supuesto, se entienden los motivos de Sánchez para no comprometerse, de
momento, con la fórmula magistral. Parece prudente dejar que pase la etapa de
montaña de las europeas, autonómicas y municipales de finales de mes. Lo que no
quita, a decir verdad, que la exigencia de los sindicatos se haya planteado con
nitidez. A saber, gobierno de coalición de las izquierdas. El caso de Portugal
viene a cuento: su gobierno se ha consolidado y, quienes le habían augurado
desconcierto, ruina y fracaso se han
llevado un chasco considerable.
Ahora
bien, podremos tener más garantías de un apropiado gobierno si la etapa de
montaña, que está pendiente, representa otro aldabonazo de la izquierda. Y si
en la primera etapa los sindicatos han jugado un significativo papel, desde su
independencia, ahora deben continuar movilizando al conjunto asalariado en la
dirección del triunfo. Es el contrato moral entre el Gobierno y los sindicatos.
Volvamos
a lo nuestro. La necesidad de elaborar un nuevo Estatuto de los Trabajadores es
apremiante. A mi juicio, la razón principal es que el viejo texto no se
corresponde con las transformaciones que se han dado en los últimos cuarenta
años. El viejo texto –digámoslo con rotundidad-- huele a naftalina.
(La
foto de la manifestación se corresponde al Primero de Mayo en Granada).
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