Si
uno se pone a rebañar los resultados de las elecciones del pasado domingo puede
llevarse alguna sorpresa. Podría enterarse, por ejemplo, de hasta qué punto la
hecatombe del Partido
Popular tiene una magnitud considerable.
Una hecatombe que, en cierta medida, la anunciaban «los ratones, que son
los animales con mayor capacidad profética. Pues ellos son los primeros en
darse cuenta que una casa está vieja y a punto de caerse, abandonando las
ratoneras que habían ocupado hasta entonces, y que –huyendo a gran
velocidad-- cambian de casa», según
afirmaba en tiempos muy antiguos Claudio Eliano en
sus Historias curiosas.
Partimos
del fracaso de la llamada política de fichajes con una sobreabundancia de
candidatos cuneros. Nos referimos a los casos más visibles de Barcelona, Málaga
y Huelva. Casado,
como es bien sabido, impuso en esas circunscripciones a una aristócrata, tan
aguerrida como displicente, a un periodista untuoso y a un pintoresco
telepredicador. Los tres han salido elegidos. Pero rebañando en la olla nos
enteramos que los candidatos al Senado por dicho partido han tenido más votos
en las tres circunscripciones. Lo que no deja de ser insólito, habida cuenta de
que el mayor esfuerzo organizativo, la
superior publicidad institucional y más sencillez a la hora de votar siempre
facilitaban más las cosas a los candidatos diputados que a los senadores. Así
es que nos aproximaremos a ofrecer una explicación.
En
no pocas provincias los fichajes, decididos personalmente por el Aznar Chico, han concitado
una reacción militantemente adversa, posiblemente coordinada por unas cofradías
de agraviados, que han organizado una cierta indisciplina de partido. O bien,
desde algún lugar de alto copete del partido se ha planificado esa insumisión.
En conclusión, Casado manda poco.
Fracaso
superlativo, pues, del llamado enfáticamente «nuevo Partido Popular», que ya se
ha cobrado su primera víctima en el fiel Javier Maroto, director de la campaña, que tampoco ha sido
elegido en Álava. La presencia de esos fichajes en el Parlamento español será,
durante toda la legislatura, la evidencia de una actitud cesarista y
estrepitosamente errónea.
Lo
que hemos reseñado es parte del «horizonte de sucesos»: esa superficie
imaginaria de forma esférica que rodea a un agujero negro, tal como afirman los
expertos en ciencias cosmológicas.
Ahora
bien, si bien el horizonte de sucesos político tal vez no coincida con el de
naturaleza física. Quiero decir, que –al menos en teoría-- el Partido Apostólico puede remontar sus
resultados en la próxima etapa de montaña: a finales de mes. También teoría, si
toca a somatén puedan maquillar el «oficio de tinieblas» del pasado domingo.
Por lo que es exigible al electorado del 28 de Abril que no se duerma en los
laureles. Más todavía, ese electorado debe entender que se ha ganado la mitad
de la contienda. Sólo la mitad.
Post
scriptum. La tarjeta que preside este post anuncia con tiempo el acto homenaje
a Salva López. Días antes lo recordaremos de
manera monográfica.
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