viernes, 19 de octubre de 2018

Algunos independentistas de gatillo fácil




Algunos seguidores del independentismo catalán empiezan a estar horrorizados por ciertas declaraciones de algunos de sus dirigentes políticos. Algunos dudan de su verosimilitud, otros piensan que se trata de intoxicaciones. La última vez que ha sucedido fue ayer en las llamadas redes sociales. Coloco en Facebook mi entrada El independentismo necesita muertos y aparecen comentarios de algunas almas de cántaro afirmando que son fakes, noticias falsas. No dan crédito.  Las palabras de Agustí Colominas son tan tenebrosas que parecen venir de otro hemisferio.  «Sin muertos la independencia de Cataluña tardará más», afirmó jupiterinamente. «Fake» replican quienes se resisten a creerlo. Y sin embargo es tan verdad que incluso un diputado tan volcánico como Rufián le llamó al orden. Es más, aquella prensa poco dada a tremendismos lo recogió al pie de la letra.

 

Tampoco es un fake lo que afirma el diputado Antoni Castellá que pasó de la caritativa democracia cristiana al procés en un abrir y cerrar de ojos.  De las sonrisas a las pompas fúnebres: «Probablemente, si no estuviéramos en el marco de la UE, tendrían tentaciones de fusilarlos también, exactamente como pasó con Companys. Como no pueden hacerlo, están en la prisión». Es un estilo político que comparte este caballero con ese sector de la política española que huele a chotuno. Ciertamente, es increíble, pero así están las cosas, y a tal nivel de degradación han llegado algunos dirigentes: unos, que quieren blanquear un pasado poco nacionalista; otros, que no teniendo padre ni madre –ni perrito que les ladre--  quieren hacerse notar. Castellá forma tiene ambas características.

 

No está mal que no se lo crean esas almas de cántaro. Eso indica que hay un sector de independentistas que no admite que sus dirigentes lleguen a un nivel de refriega verbal tan enfermizo.

 

Punto final: un servidor cree que son necesarias dos medidas urgentes con relación a Colominas y Castellá. Un juez debería, en el caso del primero, ordenar una orden de alejamiento de cualquier armería. En el caso del segundo, bastaría con dejarle sin postre los domingos y fiestas de guardar.  

 

 


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