Algunos independentistas de gatillo fácil
Algunos seguidores del independentismo catalán empiezan a
estar horrorizados por ciertas declaraciones de algunos de sus dirigentes
políticos. Algunos dudan de su verosimilitud, otros piensan que se trata de
intoxicaciones. La última vez que ha sucedido fue ayer en las llamadas redes
sociales. Coloco en Facebook mi entrada El independentismo necesita muertos y aparecen comentarios de algunas almas
de cántaro afirmando que son fakes,
noticias falsas. No dan crédito. Las
palabras de Agustí Colominas son tan
tenebrosas que parecen venir de otro hemisferio. «Sin muertos la independencia de Cataluña tardará más»,
afirmó jupiterinamente. «Fake»
replican quienes se resisten a creerlo. Y sin embargo es tan verdad que incluso
un diputado tan volcánico como Rufián le
llamó al orden. Es más, aquella prensa poco dada a tremendismos lo recogió al
pie de la letra.
Tampoco es un fake lo que afirma el diputado Antoni Castellá que pasó de la caritativa democracia cristiana
al procés en un abrir y cerrar de
ojos. De las sonrisas a las pompas
fúnebres: «Probablemente, si no estuviéramos en el marco de la UE,
tendrían tentaciones de fusilarlos también, exactamente como pasó con Companys.
Como no pueden hacerlo, están en la prisión». Es un estilo político que
comparte este caballero con ese sector de la política española que huele a
chotuno. Ciertamente, es increíble, pero así están las cosas, y a tal nivel de
degradación han llegado algunos dirigentes: unos, que quieren blanquear un
pasado poco nacionalista; otros, que no teniendo padre ni madre –ni perrito que
les ladre-- quieren hacerse notar.
Castellá forma tiene ambas características.
No está mal que no se
lo crean esas almas de cántaro. Eso indica que hay un sector de
independentistas que no admite que sus dirigentes lleguen a un nivel de
refriega verbal tan enfermizo.
Punto final: un
servidor cree que son necesarias dos medidas urgentes con relación a Colominas
y Castellá. Un juez debería, en el caso del primero, ordenar una orden de
alejamiento de cualquier armería. En el caso del segundo, bastaría con dejarle
sin postre los domingos y fiestas de guardar.
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