sábado, 20 de octubre de 2018

Lesmes, mozo de espadas de la Banca




El Tribunal Supremo –o mejor dicho, su presidente, Carlos Lesmes--  ha paralizado la sentencia que emitió el jueves una Sala del mismo Supremo. En síntesis, es la sentencia que obliga a las entidades financieras, y no a los clientes, a pagar el impuesto sobre actos públicos documentados en las escrituras públicas de préstamos con garantía hipotecaria. ¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre! En menos de veinticuatro horas se le da la vuelta a la tortilla. Algo insólito tanto por la meteórica rapidez de la actuación como por el método. El velocista Lesmes ha echado un borrón en la biografía del Alto Tribunal.

 

Son muchas las preguntas que nos asaltan. Pero hay una de la mayor enjundia: «¿Quién manda en el Estado de Derecho, la justicia o los mercados?». Si fuera un servidor –viejo cascarrabias--  quien la formulara, el piquete de la caspa y brillantina me tildaría de demagogo. Pero ha sido Fernando Ónega, un periodista del que no consta militancia en organizaciones izquierdistas, quien lo pregunta en La Vanguardia de hoy. Lesmes, en la cima de su subalternidad, ha optado por seguirle, perinde ac cadverer, la corriente a los banqueros. Es más, debió sentirse tranquilizado cuando oyó a Mariano Rajoy que exclamó a los  postres de un banquete en su honor (ayer en Santa Pola): «Me gustan los banqueros». El hombre de Pontevedra es un estómago agradecido. A los banqueros y al propio Lesmes. Pero hay algo más, Rajoy está mandando un mensaje a los doctorandos de su partido: Ojo con meterse con Lesmes. O, tal vez, la cosa se quede en la traducción del viejo refrán latino: In vino veritas. O las dos cosas a la vez.  




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