Lesmes, mozo de espadas de la Banca
El Tribunal
Supremo –o mejor dicho, su
presidente, Carlos Lesmes-- ha paralizado la sentencia que emitió el
jueves una Sala del mismo Supremo. En síntesis, es la sentencia que obliga a
las entidades financieras, y no a los clientes, a pagar el impuesto sobre actos
públicos documentados en las escrituras públicas de préstamos con garantía
hipotecaria. ¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre! En menos de
veinticuatro horas se le da la vuelta a la tortilla. Algo insólito tanto por la
meteórica rapidez de la actuación como por el método. El velocista Lesmes ha
echado un borrón en la biografía del Alto Tribunal.
Son muchas las
preguntas que nos asaltan. Pero hay una de la mayor enjundia: «¿Quién manda en
el Estado de Derecho, la justicia o los mercados?». Si fuera un servidor –viejo
cascarrabias-- quien la formulara, el
piquete de la caspa y brillantina me tildaría de demagogo. Pero ha sido Fernando Ónega, un periodista del
que no consta militancia en organizaciones izquierdistas, quien lo pregunta en La Vanguardia de hoy. Lesmes, en la cima
de su subalternidad, ha optado por seguirle, perinde ac cadverer, la corriente a los banqueros. Es más, debió
sentirse tranquilizado cuando oyó a Mariano
Rajoy que exclamó a
los postres de un banquete en su honor
(ayer en Santa Pola): «Me gustan los banqueros». El hombre de Pontevedra es un
estómago agradecido. A los banqueros y al propio Lesmes. Pero hay algo más,
Rajoy está mandando un mensaje a los doctorandos de su partido: Ojo con meterse
con Lesmes. O, tal vez, la cosa se quede en la traducción del viejo refrán
latino: In vino veritas. O las dos cosas a la vez.
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