viernes, 3 de agosto de 2018

Los CDR, hilo directo con Puigdemont





Una parte de la sociedad catalana está confrontada contra otra parte.  Negarlo es inútil y, por supuesto, contraproducente. Ambas partes se sienten auto legitimadas para actuar organizadamente, al margen y contra la legalidad. Primera novedad: ya no hay acciones espontáneas, la acción es el resultado de un diseño pormenorizado desde un cuchitril concreto. Es el escuadrismo que está indiciando un protofascismo a la catalana, que tal vez estaba en estado de latencia. Hasta la presente nadie, desde las fuerzas independentistas, ha desautorizado esta acción organizada de los camisas amarillas.  Tampoco nadie desde el gobierno de Quim Torra les ha salido al paso. Este movimiento es,  en parte no irrelevante, consecuencia de la irascibilidad de los mensajes que emite espasmódicamente el hombre de Waterloo, y –también en parte--  consecuencia de la literatura que ha vertido, desde diversos medios, el mismo Quim Torra.  Luego, así las cosas, no pueden ser desautorizados. Conclusión: los llamados Comités de Defensa de la República (CDR) es algo que necesita el sector más exasperado del independentismo.

Segunda novedad: este escuadrismo tiene, además, otro cometido: amedrentar a ERC a quien considera tibia, melindrosa. Lo que también conviene al hombre de Waterloo. La estrategia de los de Junaqueras es considerada revisionista y al borde de la traición. La traición, esa palabra que Alberto Moravia llamaría palabra enferma (parola malata).

Ayer mismo, sin ir más lejos, un nutrido comando de los CDR empapeló la fachada de la sede de Esquerra Republicana de Catalunya (calle Calabria, Barcelona), al tiempo que les propinaba un descomunal chillerío. Silencio del hombre de Waterloo. Porque los CDR son la prolongación de Puigdemont por otros medios. Es el somatén clandestino de la ratafía. Es la lucha entre Puigdemont y Junqueras, profeta desarmado. Una confrontación que –afirman las cabañuelas políticas--  se incrementará mientras las encuestas sigan dando a ERC como ganadora en unas hipotéticas elecciones anticipadas en Cataluña. 

Conclusión: los CDR no son unos mozuelos incontrolados; son la específica de Puigdemont. Con subvencionado hilo directo a Waterloo.

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