miércoles, 28 de marzo de 2018

Sin rumbo en Cataluña



¿Para qué se ha celebrado la sesión plenaria del Parlament de Catalunya? En mi opinión la respuesta podría ser la siguiente: se trata de un apaño entre, de un lado, los de Puigdemont y  Junqueras (estos con menos entusiasmo) y, de otro lado, la CUP. Mejor dicho, una concesión a los cuperos por parte de los primeros. A cambio de que la CUP vote finalmente, cuando encarte, la sesión de investidura que enjuaguen los seguidores de Puigdemont y los de Junqueras. Siempre y cuando se quiera formar gobierno; siempre y cuando se quiera evitar nuevas elecciones. Se trata de un Pleno a mayor gloria de Puigdemont que ya ha entrado en el santoral del inquietante culto a la personalidad. Puigdemont, «el Puto amo».


Cierto, ha sido un Pleno con resoluciones simbólicas. De un Parlament que tiene la extraña contabilidad de contar con el mayor número de resoluciones simbólicas de los cuatro puntos cardinales de Occidente. Lo que va de maravilla a la estrategia de la tensión en la calle, y muy particularmente a la convocatoria de una manifestación del próximo domingo, cuyos objetivos son el reinicio de una nueva narrativa, una vez agotadas las tapas variadas del procés.  Lo que, objetivamente, alejaría lo fundamental ahora, a saber, la conformación de un gobierno en Cataluña. Una cosa que parecen haberla olvidado algunos de sus convocantes. Francamente, no sé qué pintan los sindicatos en ella. Respetuosamente añado que Dios da extrañas nueces a quien no puede roerlas. En las casas de sombreros (barrets) hay menos confusión. 


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