miércoles, 7 de junio de 2017

El Príncipe de las Tinieblas en Cataluña


El rey Artur está callado. ¿Qué tendrá el rey Arturo? En efecto, Artur Mas, otrora plenipotenciario de Cataluña, está debajo de las piedras. A su hombre de máxima confianza, Germà Gordó, la Justicia le está apretando las clavijas. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña está cercando a este Gordò, que fuera Consejero de Justicia.

Gordò ha sido imputado por sus actividades en el famoso caso del Tres por ciento, vale decir, por la financiación irregular –irregular, conocido eufemismo de meter la mano do no corresponde--  de su partido, la vieja Convergència Democrática de Cataluña, dirigido por Jordi Pujol y, después, Artur Mas con mano de hierro. Un inciso: mientras con una mano se iba rebañando dinero negro, con la otra se imponían los recortes en todas las partidas sociales de los Presupuestos de la Generalitat, que fue una práctica pionera en España.

Artur Mas, decimos, calla tras dicha imputación y tras ser obligado este Gordò a dejar el escaño convergente y pasar –se supone que tras pacto previo--  al Grupo Mixto. Un tipo listo. Un tipo que, tras rebañar suculentas mordidas, proporcionó a su partido un enorme caudal financiero. Otro que coadyuvó a transformar la sedicente cultura calvinista de Cataluña en puro y duro barcenazgo. Un elemento que los paisanos de su pueblo conocían con el sobrenombre de El Príncipe de las Tinieblas. Brillante mote que desmiente que los apodos más plásticos están en Santa Fe, capital de la Vega de Granada.

En esta ocasión, cuando el Príncipe acuda al Palacio de Justicia, es previsible que no contará con comitiva de acompañamiento. El rey Artur pretextará un viaje a Macondo. Sus viejos cofrades se disfrazarán de almogávares para no infundir sospechas. A pesar de que la recaudación del famoso Tres por ciento llenó las arcas convergentes, el Príncipe acudirá solo y con sus tinieblas.

El partido heredero de dicha fortuna ha exigido y conseguido la dimisión del Príncipe de su grupo parlamentario. Quien cucamente se ha trasladado al Mixto. Pero ¿y el parné? ¿No se devuelve al parné a quien corresponda? ¿Se lo quedan tan ricamente los herederos?  


El rey Arturo calla, pero siente que el aliento de la Justicia le zumba en el cogote.



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