Escribe Jaume Puig Terradas
El diario El País, en su edición del domingo 5 de marzo, se hacía eco de un vídeo, emitido por la ETB, en su canal en euskera, en el que, en clave de humor, algunos personajes de la vida social y cultural vasca manifiestan, con un elevado nivel de desprecio y zafiedad, su opinión sobre los españoles y sus símbolos. Frases como que “Los españoles son culturalmente un poco atrasados”, o que la imagen que les viene cuando escuchan el nombre del país al que legalmente pertenecen ”Es la de un cateto” o refiriéndose a la bandera “Ostras, qué asco me da esa bandera, es asquerosa” y que los españoles son “fachas” y “chonis”-
Más allá
del valor de las entrevistas de este vídeo y de la intencionalidad de sus
autores, este es un ejemplo de cómo las personas con ideología nacionalista, en su afán por
reivindicar lo propio, pueden llegar a despreciar, sin el menor rubor, a sus
conciudadanos, por el mero hecho de no compartir su sentimiento identitario,
situándose implícitamente en un estadio moral e intelectual superior. Se
empieza por aquí y se acaba negando los derechos de ciudadanía o algo peor.
Cuando se
entra en la dinámica de considerarse
pueblo oprimido y que la liberación de este pueblo es un bien superior,
considerando mi país como colonizado,
venga, o no, a cuento y sin que esta afirmación se sostenga en un análisis de
un mínimo rigor histórico, se ha entrado en un terreno propicio para las
mayores locuras. Estoy convencido de que en Catalunya, si se planteara una
encuesta como la de la televisión vasca,
saldrían muchas respuestas parecidas; solo hay que ver los tuits que ilustran
muchos de los programas y debates de los canales públicos y privados de las
televisiones catalanas, comentarios amparados en el casi anonimato o en
seudónimos. Ni que decir del desparpajo en el que se desenvuelven muchos
tertulianos a la hora de identificar todos a los españoles –en su discurso se
sobrentiende que se excluye a los catalanes- con los personajes más
reaccionarios que pululan por las ultramontanas tertulias.
Solamente
desde la ignorancia o desde el más hipócrita de los cinismos, se puede defender
un discurso independentista sin saber que, tarde o temprano, se va a entrar en
la dinámica de desdeñar y menospreciar a los ciudadanos del resto de España y a
los de la propia Cataluña, en este caso con mayor enjundia, que no compartimos
sus desvaríos secesionistas. Por mucho que nos insistan que el “procés” es de un carácter democrático
exquisito(ellos lo definen como “la
revolució dels somriures”) y por tanto respetuoso con
todas las opiniones, a la hora de la verdad la campaña de agitprop se basa en la superioridad moral, cultural y democrática
de los catalanes respecto al resto de españoles, con la excepción de los
quintacolumnistas y de los originarios de otras partes de España que no se han asimilado adecuadamente.
Cuando se
haya consumado el tan proclamado choque de trenes, alguien deberá ponerse manos
a la obra para curar a los heridos y a recomponer tanto estropicio fruto de la
irresponsable frivolidad, precipitando a tantos inocentes ciudadanos de buena
fe por el borde del fascismo. Procuremos que no se dé tal choque.
Mataró 6 de
marzo de 2017
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