Marta Pascal,
portavoz de PDECat,
la nueva hechura de la vieja Convergència democrática de Catalunya, avisa: No
nos hacemos responsables de la presunta corrupción de Convergència (1). O es
una ingenuidad o un porrazo en la cruz de los pantalones de Artur Mas, presidente del
mencionado PDECat. Lo primero es harto improbable, pues no se llega a la
portavocía sin demostrar que ya no se tienen dientes de leche. Así es que la
probabilidad de que sea un buen mamporro es bastante probable. Algo que no
había previsto la sedicente astucia del rey Artur, acostumbrado al halago –al
menos en la superficie-- de sus
parciales.
De momento podemos sacar una
conclusión, aunque sea provisional: Mas no es incontestable en su partido. Lo
que introduciría una serie de variables en este confuso itinerario del procés. Personalmente está algo más que
salpicado por los casos de corrupción. Así lo deja entrever la portavoz del
partido. Mas no es tampoco el eslabón que une la distintas familias ex
convergentes. Se diría que es una rémora. Pero, por otra parte, el PDCat no
cuenta con otra figura de relumbrón.
Todavía más. El versátil Alfons López Tena, uno de los
emblemas del independentismo catalán, ex convergente, ex vocal del Consejo
General del Poder Judicial (a propuesta de Convergència) ha hecho una
exhibición de gastritis en sus declaraciones a El Mundo: “Mas es muy limitado: he sido asesor suyo
durante siete años. No lee nada, y se jacta en público de ello. El resultado es
el que se ve. Autoritario, rencoroso, y un político de cuarta regional.
Serviría para cacique de un pueblo de la Sicilia interior”… “El procés no tiene
nada que ver con la independencia. Es un comunitarismo autoritario, persigue un
control social total sobre la parte que le da apoyo y no tiene otra finalidad
que conseguir concesiones de España. No pretende la independencia, sino obtener
compensaciones y tener el control de los presupuestos públicos y de las redes
clientelares” (2).
Posiblemente son las palabras de un resentido.
O de un arrepentido, vaya usted a saber. Pero que, en todo caso, deterioran la
imagen de este Mas, que quiso pasar por astuto
y ahora se nos aparece en paños menores. Pero sea como fuere el retrato que esboza
este caballero es acertado. Ni la venganza de don Mendo llegó a tanto.
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