domingo, 26 de junio de 2022

Ciego yo, tuerto tú.


 

Tengo una ligera sospecha: todavía las izquierdas no han asumido, analizado y calibrado su estrepitosa derrota electoral en Andalucía. Algo así como aquel segundo Felipe que echó la culpa de la derrota naval «a los elementos». Siempre tuve la impresión que, a partir de aquella debacle, el imperio español empezó a tartamudear.

Cierto, un acontecimiento de esa envergadura merece un estudio pormenorizadamente microscópico para llegar a unas conclusiones eficaces y poder seguir adelante. Aún es pronto. Ahora bien, después de la derrota, una de las causas que la provocaron –las disputas entre los partidos que conforman el gobierno progresista y las peleas entre ciertas fuerzas de la izquierda de la izquierda—se mantienen como si nada hubiera pasado. Como si la derrota andaluza hubiera sido cosa de «los elementos». Dos asuntos de gran relieve han motivado, esta semana pasada, otro quilombo entre socialistas y podemitas en el gobierno. Que son: las medidas urgentes anticrisis y la renovación de los jueces. Que haya puntos de vista diferentes, incluso encontronazos es cosa normal y no necesariamente perjudicial. El problema es cuando por fas o por nefas se exhibe ese desacuerdo a bombo y platillo. Chocante: cuando están de acuerdo y consiguen un gran avance la actitud de ambos es de una prudencia austera, casi calvinista; las victorias apenas concitan la organización del entusiasmo social, pero cuando no hay acuerdo se infla el pecho y los hunos tiran los platos a la cabeza de los hotros.

A bote pronto podría parecer que están organizando la ruptura de las relaciones, pero eso conllevaría un temerario adelanto electoral, que podemitas –sobre todo— ni quieren ni les interesa. No exactamente por motivos políticos, sino por problemas de intendencia. Pero parece lógico, así las cosas, que conforme se vaya acercando a la fecha electoral las disputas entre los romanos y los cartagineses ampliarán su diapasón. Será un error caballuno, porque tal suma de bochinches será penalizado por el personal con la misma rotundidad que lo ha hecho en la Bética. «Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir», diría el excelso poeta de La Fuente.

Recapaciten y publiciten el acuerdo que ha motivado el reciente plan contra la crisis, que es pura prosa, canela fina: el impuesto especial a las eléctricas, incremento del 15 % de las pensiones no contributivas, reducción del abono del transporte público, el cheque de 200 euros para las rentas más bajas, etcétera. Esa es la chicha, lo otro –exhibir cuando y donde no hay acuerdo el propio careto— es no haber entendido el vuelco histórico andaluz.

Ya veremos porque hay gentes en las izquierdas, a babor y estribor, que han hecho suyo aquel dramático lema hobbesiano «Mors tua vita mea». Que, con permiso del maestro de traductores Paco Rodríguez de Lecea, mi versión campechana es «Ciego yo, tuerto tú».   

¡Viva Izavieja!

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