lunes, 21 de marzo de 2022

Muchos chinos en China


El tiempo tiene en China una característica muy distinta de la nuestra. Algo que nada tiene que ver con el cristianismo o, pongamos por caso, con las ocurrencias de Bergson. El tiempo es oro en paño para los dirigentes chinos: lo fue para Mao y Chu Enlai y para los que, aparentando seguirles, fueron sucediéndose en el puente de mando y la sala de máquinas de aquel gran país. Por lo que la gestión del tiempo es la principal arma china en esta terrible agresión de Putin a Ucrania.

Durante años y años China ha ido labrando, sembrando y cosechando, un importante manantial económico, científico y militar. Sin prisas ni aspavientos. Laus Nixon. Hoy, vayamos al grano, es dueña de medio mundo. De ahí que mire la guerra de Putin con unos ojos previsores y en el fondo diciéndose: «A mí no me joden la marrana ni los romanos ni los cartagineses». De ahí que su posición sea intencionadamente estrábica, «ojos bizcos», como aquellos ojos saltones de aquella Marujita Diaz. Los chinos están interesados en continuar su marcha para situarse a la cabeza del poder mundial. En ganarles la carrera a los Estados Unidos, a Rusia y a la Unión Europea. Y para ello –me parece a mí —les conviene el debilitamiento de todos ellos. Así pues, en principio la guerra de Putin, venza quien venza, favorece a los chinos. Siempre y cuando el conflicto no afecte a más países y le obligue a ella a entrar en el drama. Mientras la guerra esté ´controlada´ China cree que a) los contendientes se debilitarán, b) ella no se desgastará económicamente c) y aparecería como la principal –mejor dicho, única— capaz de imponer una solución. O, sea el mundo en sus manos. Muchos chinos en China, y fuera de ella.  

En conclusión, a Xi Jinping la va bien, de momento,  la guerra de Putin. De momento. Por eso creo que empezará a mediar en el momento que se descontrole y amenace a China con los efectos devastadores de una guerra con más diapasón. Nada que ver con el libro rojo de Mao. Más bien con la fría cabeza de Chu Enlai.    

P/S.---  Así las cosas, se me antoja que la necesaria solidaridad con Ucrania es una manera de advertir a los chinos de que se metan en harina. 

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