Escriben Rómulo y Remo
En estos momentos la noción de la derecha liberal española, siempre tan
dificultosa en nuestro país, va palideciendo. Con sus achaques y algunas
rémoras del pasado, aquella referencia política que ha sido el PP, central en
la política española de las últimas décadas, se va desfigurando, en ocasiones
presentando la imagen del grito de los cuadros de Edvard Munch. Lo que
parecería --a la espera de confirmarse de manera definitiva-- otra refundación del PP está siendo pilotada
por su nuevo y juvenil grupo dirigente, Pablo, conocido ya como “El Irritado”
Casado y el juguetón Teodoro García Egea. Este dúo, cada vez más cercano al
Hernández y Fernández de la política española --remedo de aquella pareja
inefable de las Las Aventuras de Tintin y Milou del dibujante belga Hergé--
va buscando un camino que cada vez más muestra que Génova brujulea, va
embarrando el patio del Congreso, va haciendo apuestas enloquecidas como quien
visita por primera vez las domingueras carreras de caballos.
Pero ni el lanzador de huesos de aceituna, como fiel escudero, ni el
quijotesco neo rrural con Chaqueta de montería Hunterteam, mostrando la
etiqueta por debajo de la manga, dan con la tecla. El afinamiento de la
orquesta no llega. El virtuosismo de la solista madrileña, con su mirada rectilínea,
no responde a la batuta. El moderado churchilliano pausado se dedica a observar
la obra de Matisse desde Finisterrre. El risueño sureño, con vacas o sin ellas,
pide que el machete electoral castellano-leonés le despeje la vereda. El
próximo domingo tendrá la respuesta de la estrategia mañueca. Semejante enredo
podría resolverse o no. En todo caso, hoy el grupo dirigente de la derecha
española, cada vez más lejos de eso tan volátil que llamamos “centro”, teme.
¿Quién teme la lana verde de Virginia?
Mientras recorre, disfrazado, las machadianas tierras de Castilla, Casado
va echando otras guindas. Busca el liderazgo, prematuramente envejecido, en la
fría Bruselas, con escaso público que aplauda y recibiendo cartas de
amonestación. Busca el resuello a la sombra de un árbol que lo cobije de la
abrasadora realidad: el gobierno de coalición en España, con sus problemas y
contradicciones, no ha hecho estallar al país. Pero ha mostrado que no sólo la
derecha sabe gestionar la economía. Pablo, échale guindas al pavo.
En su viaje a alguna parte, Casado se encuentra sin casero, sin posada
donde recuperar fuerzas. Cada vez más se detiene bajo la sombra del árbol que
pertenece a la derecha i-liberal. Mientras pastorea los pavos de Otilio, otea
el horizonte sentado en una piedra, busca en el morral (el modelo
Tigernu-mochila escolar) un trozo de pan que echarse a la boca y valora en
silencio la última decisión que debe presentar al Comité Nacional del partido:
¿Trasladamos la sede de Génova a Covadonga? De la respuesta dependerá que
Casado no haga el pavo y pierda la letra y la música de una orquesta de
solistas.
Nota bene.--- https://www.youtube.com/watch?v=fMPI35xLGOU
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