Ayer
domingo se dieron dos situaciones que conviene comentar. Por orden de
importancia, a mi juicio, serían las siguientes: una, los relevos de la
dirección socialista en Andalucía y de Podemos; otra, la concentración de las
derechas domésticas en la madrileña la plaza de Colón.
Los
relevos que se han dado tienen no poca importancia. En Andalucía se enfrentaban
Susana Díaz, la heredera de las viejas esencias del socialismo meridional, tal
vez definitivamente agotado, siempre con cara de pocos amigos con relación al
grupo dirigente nacional, y Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Nervios en el
partido, así en Sevilla como en Madrid, pronósticos fallidos de los tertulianos
de diversas ganaderías, augurando casi un empate. O el mismo partido no estaba
suficientemente al tanto del estado de ánimo de la militancia o el nivel de
cansancio de las bases con «lo de siempre» era superlativo. Victoria más que
holgada de Espadas y batacazo de Susana Díaz.
Ahora
bien, con ser importante y rupturista la victoria de Espadas, no hay que
olvidar que en estas primarias no se ventilaba el control del partido, sino el
cartel de las autonómicas andaluzas. Así pues, a nivel orgánico la cosa podría
seguir como hasta ahora y, posiblemente, en breve veremos otra segunda ronda
entre los espadistas y los susanistas para conformar el grupo dirigente del
socialismo meridional. Con todo, una cosa es clara: Pedro
Sánchez tiene que haber respirado hondo al conocer los resultados;
tendrá la cara más redonda en su entrevista de hoy con Biden.
Y
relevo también en Podemos. Un cambio brusco donde los haya. No le será fácil
suceder a Pablo Iglesias el Joven. En buena medida los podemitas lo han hecho
difícil por su potente vínculo sentimental con Iglesias, que iba más allá del
nexo político.
Todavía
es muy pronto para ver, aunque los pronosticantes entrometidos ya se han tirado
al ruedo, qué cambios de estilo impregna la joven dirigente Ione Belarra.
Y
mientras se daban estos cambios, Colón se llenaba de gente, pero mucha menos
que en su primera edición. La primera consideración es que las expectativas de
la primera no se han cumplido: Pedro Sánchez, como la plaza de Alcalá, «ahí está,
ahí está viendo pasar el tiempo».
Menos
gente y más confusión entre los lados del triángulo escaleno de la derecha. Y
una consideración: hay una notable diferencia entre los jóvenes y los niñatos.
Los jóvenes, estén donde estén, pueden cambiar las cosas; los niñatos,
especialmente los que están en las tres derechas, sólo pueden cambiar el grosor
de su billetera.
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