Cantaba
Loquillo en aquella afamada canción que «Nada permanece, todo se desvanece». Y así –con todas
las precauciones que se quiera-- parece
haberlo entendido Esquerra Republicana de Catalunya, que se está esforzando
en abandonar el primer puesto del ránking de los partidos más confusos de
Europa. En esta misma semana ha enviado dos señales no irrelevantes: 1) rechaza
estar en el llamado Consell nacional per la república, el extraño
chirimbolo de los de Waterloo, y 2) no habrá pacto de actuación
conjunta en el Parlamento español con los de Puigdemont. Estos son los
datos semanasanteros más relevantes. Naturalmente, la cosa puede cambiar –incluso
a peor—pero la letra de Loquillo seguiría teniendo sentido.
«Nada
permanece, todo se desvanece». Hasta el incombustible Jaume—Alonso Cuevillas (hasta no hace mucho
Jaime), miembro de la Mesa del Parlament por Waterloo, hombre de un pasado –lo diremos
caritativamente— asaz borrascoso ha declarado que la Mesa no debe admitir
propuestas contra la monarquía ni a favor de la autodeterminación.
Naturalmente, este Cuevillas sabe cómo se la gastan los tribunales y tiene
referencias de las condiciones de vida de la cangrí. Realismo de viejo rábula.
«Nada
permanece, todo se desvanece» es un concepto que tiene su enjundia, y según algunos
muy leídos hunde sus raíces en Heráclito, el filósofo llorón, con adornos retóricos
del Barbudo. Sin embargo, Josep Ramoneda –el filósofo
licenciado-- parece contradecir al de
Éfeso y al de Tréveris. Está en su derecho y forma parte de los códigos de la
temeridad. Ramoneda escribe hoy en El País un artículo ¿A dónde va Illa?
(1).
Al
filósofo licenciado le ha sorprendido que «Salvador
Illa, en el doble debate de la fallida investidura de Pere Aragonès,
haya trufado sus intervenciones con algunas parrafadas en castellano». Lo que
le ha significado una piedra de escándalo. Porque siempre los de la ceba habían considerado que el castellano
era algo indeseable –política, cultural y socialmente— en el Parlament. En
resumen, echar una «parrafada» en castellano, la lengua materna de la mitad de
los habitantes de Cataluña, es –a juicio de Josep Ramoneda-- un inconveniente que impide a los socialistas
catalanes pensar autónomamente. Que yo recuerde, cuando Cipriano García y Justiniano Martínez hablaban en el parlament en
castellano íntegramente no comprometían la personalidad del PSUC.
Para
el filósofo licenciado, sin embargo, nada se desvanece, todo permanece. Justo
lo contrario de don Venancio Sacristán: «Lo
primero es antes», que es una impugnación en toda la regla a los pensadores del
tiempo.
1)
https://elpais.com/espana/catalunya/2021-04-03/a-donde-va-illa.html
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