Entiendo
que, desde la máxima dirección de Waterloo en el ´interior´, Jordi Sánchez, ha reconocido que ha fracasado la principal
herramienta para conducir el procés a
sus asíntotas. Ha dicho: «Desde la Plaça de Sant Jaume no tenemos capacidad
para hacer un embate contra el Estado». Ha caído un jarro de agua helada sobre centenares
de cargos públicos, votantes, recaderos y cosarios diversos. Si a continuación
referimos que Alonso—Cuevillas
–hombre de biografía que nada tiene que envidiar a Toni Cantó, hoy en las
dehesas de Waterloo— afirmando que no tiene sentido que el Parlament de
Catalunya proclame resoluciones a favor de la autodeterminación, es de cajón
que el procés está como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando. Ocurre, sin
embargo, que el cacareo es ya pura confusión, siguiendo la lógica del «era de
noche y, sin embargo, llovía». El cacareo se ha convertido en un gigantesco
anacoluto.
A
vista de pájaro parecería que lo que están organizando adrede los dirigentes
independentistas de unas u otras banderías es una gigantesca confusión. No diré que no. Ahora
bien, si se quitan todos los perifollos y se observan bien los jeribeques de
los que andan chicoleando una solución –incluida la hipótesis no descartable de
la repetición de elecciones autonómicas— pronto se verá que el objetivo central
es que no gobierne quien ha ganado las elecciones, Salvador
Illa. Y si se me apura, diré que la derecha independentista está
removiendo Roma con Santiago –o, por mejor decir, Lledoners con Waterloo-- para
que no haya gobierno de izquierda, en el bien entendido que incluir a ERC en ese territorio es un
acto de caridad cristiana. En suma, como hipótesis podría ser que todo ese
zascandileo fuese un trampantojo para que Illa no toque pelo.
Post scriptum.--- «Lo primero es antes». Así
hablaba, cuando venía a cuento, don Venancio Sacristán.
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