sábado, 26 de diciembre de 2020

Los héroes de nuestro tiempo


 

No toco de oídas. Tengo delante la partitura. Sé quiénes son los héroes de estos tiempos. Es el personal sanitario que está pechando con lo peor que se ha dado. Son héroes individuales que, cada uno en lo suyo, ha dado lo mejor de sí mismo sobrepasando con mucho eso que se llama el deber exigido. Es lo que me dice la partitura.

No toco de oídas: he estado ingresado en los hospitales de Calella, Mataró y can Ruti de Badalona. No por el coronavirus, sino por dos cánceres –uno de colon y otro de próstata— que se empeñaron en hacerme la pascua. En todo ese itinerario he comprobado la solidez profesional, la bonhomía y los afectos de todo ese personal, de todas las categorías profesionales. Lo digo sin protocolo, simplemente como constatación de un hecho.

Mi viejo amigo Quim González dejó alto y claro sus impresiones sobre estos héroes en las impresionantes crónicas que diariamente publicaba durante su obligada estancia –estuvo afectado por el covid— en el Hospital de Palamós. Se llaman Desde la ventana de hospital   y son un testimonio valiosísimo de la vida de un paciente, extensivo a centenares de miles de pacientes (1).

Mi héroe, siendo yo niño chico en Santa Fe, capital de la Vega de Granada, era el doctor don Luis Villarejo, tío de don Carlos Jiménez Villarejo.  Cada dos por tres estaba en mi casa para tratarme de la tosferina, el sarampión, las anginas y las vegetaciones. Yo lo pillé todo. Cuando más tarde leí las novelas de Pearl S. Buck la cara del héroe se me antojaba la de don Luis. Me molesta que el mercado haya sepultado las novelas de esta escritora.

Los héroes de nuestros tiempos. Que, sin embargo, han pasado de ser eso, héroes, a ser afrentados por centenares de miles de personas que se van de parranda sin respetar norma alguna y ejerciendo ese dudoso título de Echaos p´alante. Provocadores de desgracias. Una cofradía interclasista, aunque todos ellos quintacolumnistas,  que va desde el pelagatos diplomado hasta el eurodiputado húngaro, que en Budapest considera el culo como algo pecaminoso y en Bruselas es gloria bendita. Cierto, esa cofradía no es la mayoría, pero tampoco es una cantidad irrelevante.

Los héroes no harán distinción entre un contagiado  involuntario y uno que parece que desesperadamente está buscando contagiar al prójimo.  

Los héroes que no son tenidos en cuenta en todo lo atinente a su condición asalariada.

Han pasado, desgraciadamente, del  aplauso colectivo a una cierta indiferencia.

 

1)           https://elblogdequim.wordpress.com/2020/04/03/4-de-abril-desde-la-ventana-del-hospital/

 

Post scriptum.---  «Lo primero es antes», decía don Venancio Sacristán.

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