Este
año el 11 de setiembre ha cantado por lo bajinis. En minúscula, decíamos ayer.
Pero tras él han aparecido elementos que, con Heráclito,
podemos afirmar que «nada es, todo cambia». Tres, son tres los elementos que han irrumpido
en la cosmología del independentismo catalán: una osada afirmación de Canadell, presidente de la
Cámara de Barcelna; ERC
que se mantiene exigente frente a Waterloo y la puesta de largo del partido post post post
convergente PDECat,
madre del otro que lidera Puigdemont.
1.---
Joan Canadell, independentista etiqueta negra, ha planteado que ahora –lo que
se dice ahora mismo y aquí, hic et nunc--
hay que dejarse durante un tiempo de movilizaciones, independencias y procés. No sea que se pierdan más
empresas. Se trata del reconocimiento vergonzante del daño que toda la mandanga
procesista ha hecho a la economía catalana. Naturalmente ese
plato lo adoba con algunos tropezones de ilusionismo: dentro de unos meses
volveremos a lo nuestro. O sea, que «lo volveremos a hacer». Es, dispensen los
teólogos, algo parecido a la parusía: Jesucristo reaparecerá al final de los
tiempos.
El
asunto es, ni más ni menos, que lo siguiente: hasta que no se convoquen las
elecciones catalanas (dice el complejo mediático agitador de Waterloo) el govern se ha dedicar a gestionar la
pandemia. Matiz: otro reconocimiento vergonzante de que hasta la presente ha
estado tumbado a la bartola. Una gestión estará en manos de los puros –los cátaros
pata negra— que son adictos a Waterloo y, lamentablemente, el grano en el culo
que representan los consejeros de ERC.
En
realidad, se trata de salir del paso del inmisericorde fracaso de la temeraria caminata
iniciada hace tres años, y –peor todavía— de no saber cómo salir de ella. Ni
siquiera tienen el recurso de cambiar el reino por un caballo.
Hablando
en plata: Canadell ha pedido una tregua a Pedro Sánchez.
El gasolinero incendiario pidiendo socorro al Cuerpo de Bomberos.
2.---
Esquerra Republicana de
Catalunya, ayer mismo, volvió a incordiar a Waterloo: «elecciones, ya»,
exigió ayer. Precuela y secuela del 11 de setiembre de hogaño (con minúscula).
Sabe que –según las encuestas que circulan por los chambaos barceloneses-- tiene posibilidades de ganar los comicios.
Pero hay quien afirma osadamente –a mí no me miren-- que ERC no quiere ganar estas elecciones.
Porque siendo candidato el joven Pere Aragonès podría impedir que Oriol Junqueras fuera algún día President de la
Generalitat. Y como una elemental prueba indiciaria recuerdan que es harto
sospechosa la reaparición de la pintoresca fuga de Marta Rovira. Barroco argumento del que doy
constancia, por si finalmente tuviera visos de profecía cumplida. Cosas más
extrañas se han dicho y posteriormente cumplido.
3.---
Secuela de la mini Diada: el PDECat, ya puesto de largo, habla ya sin metáforas
de abrirse a negociar los Presupuestos generales del Estado. Bofetada en todos
los mocos a Waterloo. Y, ¿quién sabe?, aprovechamiento de la máxima de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes». Que
traducido a la física sería: lo primero es ser útil a la gente de carne y
hueso.
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