viernes, 25 de septiembre de 2020

Quim Torra, Casado y Ayuso: tres iguales para hoy


No han sido pocas las veces que hemos hablado en estas páginas de la ineptitud de ciertos políticos y, muy concretamente, de personas de inepcia homologada: Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y Quim Torra. Estos dos últimos con mando en plaza, esperemos que por poco tiempo; el primero, aspirante a ser el premier, deseándole que no lo sea nunca. Un trio de probada incompetencia. Ciertas personas caritativas o indocumentadas les atribuyen ideología a este trío singular. Por supuesto, son de derechas, de una derecha rancia  y, los tres, furibundamente nacionalistas: Ida, la señora desorden, y Casado, de la derecha carpetovetónica; Torra, el presidente--caos, de la derecha mediterránea. Tres personajes, que parecen tolerar la democracia en clave de fastidio. Hay más de esa especia en España. Pero posiblemente no tan bien repartidos estratégicamente. Con ellos nos ha caído una plaga.

Comparten dos rasgos preocupantes: uno, el cursus honorum del trío ha sido vertiginoso, en menos que canta el gallo mañanero han pasado de la nada a los más altos puestos del escalafón de la política; otro, y –como consecuencia de lo anterior--  no han gestionado absolutamente nada, porque ni siquiera les ha dado tiempo. Y ahí los tenemos: Ida y Torra al frente de los asuntos políticos de las dos comunidades autónomas más importantes de España; Casado a la espera de que una conjunción astral le aúpe a donde tanto desea.

Tres indocumentados y ayunos en gestión en puestos de alta responsabilidad. En un país azotado por una descomunal pandemia. Pero, eso sí, ineptos, indocumentados, precarios en la gestión –desperfectos que no prescriben ni son susceptibles de ser indultados-- pero con el olfato clasista suficiente de poner en manos de la privada importantes áreas de la sanidad con millonarios contratos en aparente lucha contra la pandemia.   

 

Post scriptum.--- Pierre de Fermat propuso que  xn+yn = zn. No lo discuto, y menos todavía que «Lo primero es antes», como decía don Venancio Sacristán. 

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