sábado, 8 de agosto de 2020

Que vuelva el ´mando único´ contra la pandemia


El rayo que no cesa del coronavirus sigue, desbocado, un peligroso curso aunque de manera irregular por toda la geografía española: en unos sitios mal y en otros peor. No parece que las autoridades autonómicas estén en condiciones de controlarlo; antes al contrario, la gestión de esta crisis es francamente defectuosa. Por no decir que en determinados lugares –pongamos que hablo de Catalunya--  todo indica que las autoridades dan más prioridad a otros asuntos que al de la lucha contra la pandemia. Que se haya dedicado un pleno parlamentario a discutir la crisis de la Monarquía española en vez de atender los gravísimos problemas de la salud pública explica que el interés del independentismo –tanto el cuarialesco como el goliardesco— se orientan al margen (y contra) la sociedad. Un pleno que se ha hecho para acumular agravios –dirán enfáticamente--  contra Cataluña. Tres cuartos de lo mismo en Andalucía: la Junta de las tres derechas no ha impedido, cuando la pandemia azota en aquella región, la celebración de una corrida de toros en el Puerto de Santa María.

 

A estas alturas podemos decir que el mito de la mayor eficacia de las administraciones más cercanas, que se ha elevado a dogma de fe, ha caído de bruces. En algunos lugares –sigo hablando principalmente, aunque no únicamente, de  Cataluña--  tras la recuperación de las competencias sanitarias, la gestión ha empeorado, a pesar de que han tenido cerca de tres meses para prepararse. El problema de fondo sigue siendo este: ante un fenómeno de estas características el fraccionamiento del control y correspondiente atajamiento de la crisis acaba siendo perjudicial. Cualquier intento de revestir el fraccionamiento de uso de las competencias es un miriñaque jurídico—político para mayor gloria del cantonalismo zarzuelero.  Cantonalismo, decimos, justo cuando se dan en paralelo estos dos fenómenos: irresponsabilidad social de masas sin obedecer las normas que publican las autoridades autonómicas y la mayor inoperancia de éstas. Un cantonalismo en el que cada maestrillo aplica su librillo sin relación con la parroquia de al lado y sin vínculo alguno con el de todo el país.

 

Seguir así es un disparate. O se vuelve al ´mando único´ con Salvador Illa a la cabeza y don Fernando Simón en el gobernalle o de esta saldremos cuando la suma de los ángulos de un triángulo no sea de 180 grados.

 

Post scriptum.---  Siguen los fuegos de campamento con los boys scout cantando el Kumbayá. Por enésima vez el señor Venancio Sacristán, el metalúrgico filósofo de Chinchón, clama: «Lo primero es antes».


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