Escribe: José Luis López Bulla
(Homenaje a Paco de can Mias)
Tengo encima de la mesa los documentos que concretan los ´pactos´ que se han acordado en las diversas comunidades autónomas con la idea –se dice— de afrontar la crisis que está provocando la pandemia. Procuraré ser lo menos diplomático posible a la hora de analizarlos en esta ocasión.
(Homenaje a Paco de can Mias)
Tengo encima de la mesa los documentos que concretan los ´pactos´ que se han acordado en las diversas comunidades autónomas con la idea –se dice— de afrontar la crisis que está provocando la pandemia. Procuraré ser lo menos diplomático posible a la hora de analizarlos en esta ocasión.
Primero.---
La primera impresión que ofrece tan extensa literatura es su inconcreción. Cosa
chocante porque pactar requiere concretar, lo que equivale a escribir en prosa.
Son, por lo general, documentos de buenas intenciones. Ahora bien, esa
literatura tan bonachona encierra un problema no irrelevante: al no concretarse
nada, los sujetos firmantes –incluidos los llamados agentes sociales-- dejan en manos de los respectivos gobiernos
autonómicos la concreción en números de lo acordado.
2.--- No menor problema es el que se deriva de la
ausencia de compatibilidades entre lo acordado en unas y otras comunidades
autónomas. Por ejemplo -- no es el único, aunque sí el más relevante-- el problema fiscal: no parece conveniente
que, tampoco y, sobre todo, en este terreno— cada campanario repique a su
gusto. No es buena cosa, por decirlo caritativamente.
Tengo
esta impresión: este suculento material se ha hecho, tal vez con las mejores
intenciones, pero quizá con la idea de que cada presidente autonómico exhiba
musculatura en la próxima reunión de la Conferencia de Presidentes. A ver quién
es ahora el que sintetiza todo ese material esturreado. Y por lo que se refiere
al sindicalismo: ¿qué papel tienen las confederaciones visto lo visto? ¿Sacar
la suma aritmética de lo que pide cada territorio? ¿tirarlo todo a la papelera
a la espera de que haya un sastre que confeccione un traje que no sea el
zurcido de diecisiete retales? Vale.
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Tiene la palabra Javier
Aristu
Como siempre, Pepeluis, acertado y claro. Yo sintetizo
mi modesta opinión en estos puntos:
1.
El programa acordado en Europa es de una ambición
(perdón por la hipérbole) histórica que, creo, desborda y supera a nuestros
gobiernos autonómicos. La mayoría de estos puede pensar que lo que les llega es
"agua de mayo" para saciar a sus clientelares huestes. Pero no tienen
instrumentos de gobernanza para "administrar " el paquete de ayudas.
2.
Por el contrario, creo que en el aparato del Estado
(ministerios y agencias estatales) hay materia gris y capacidad para acometer
esa tarea. El Estado español, su aparato técnico-burocratico, tras su
experiencia europea de 30 años y su adaptación a los nuevos tiempos y crisis,
sí podría jugar un papel decisivo a la hora de "orientar por dónde
tirar" y que tipo de planes necesitamos. Pienso en políticas medioambientales,
de tecnologías de la información, energía, y de ciertos sectores industriales
que tendrán que reconvertir sus planes (automóvil parece estar señalado de
forma nítida). En cierto modo, el acuerdo alcanzado en Bruselas va a regenerar
el protagonismo estatal, de los estados. Y en España eso significará que
será a costa de las dinámicas nacionalistas, autonómicas o
periféricas.
3.
Una autonomía puede gobernar un sistema sanitario de
una forma o de otra (a las pruebas de la pandemia me remito) pero es difícil pensar
en Cataluña, por ejemplo, dirigiendo la reconversión energética hacia un modelo
sostenible, o la reconversión del automóvil, o el 5G.
4.
Vamos a ver impactos curiosos en sistemas como el
educativo: ¿Qué prima más, la digitalización del sistema formativo o la enseñanza del esperanto? Ahí si podremos encontrarnos con confluencias/divergencias
entre los dos vectores, estado y autonomía nacionalista.
5.
En definitiva: veo que hay oportunidades para
replantear o resituar un proyecto de estado democrático (España) en un
contexto europeo, proyecto que debe ser repensado desde la izquierda...pero que
no creo que ésta reúna hoy las condiciones para hacerlo. No existe la izquierda
española como proyecto orgánico. Tarea por hacer.
Tiene la palabra Isidor Boix
Tiene la palabra Isidor Boix
Querido José Luis, ya
sabes que me dejo provocar fácilmente, y tu mensaje es efectivo. Te adjunto
algunas ideas que me han provocado el texto. Y con ellas harás lo que quieras,
en definitiva es tu texto.
1.- En realidad NO SON
"pactos". Sí lo son en la medida que los han pactado, pero no en el
sentido histórico de "acuerdo", es decir con concesiones
mutuas a partir de intereses contradictorios en todo o en parte. Si
todos se consideran satisfechos en todo, sin asumir concesiones, me temo que
salvo la satisfacción de verse juntos en la firma (y a veces esto no es poco),
de nada sirven.
2.- La
disputa de los fondos (es curioso, o tiene poco sentio, que sea lo único en
disputa cuando sus economías, las de las CCAA, están bastante
interrelacionadas. Las empresas intercentros, por ejemplo, están de hecho,
entre matriz y proveedores, bastante distribuidas en el espacio ESPAÑOL) es
incompatible a partir de los criterios de base que cada una defiende (los que
les interesa más), olvidando que las CCAA son parte, y representación en su
ámbito, del ESTADO. Deberían por ello entender que los
intereses particulares de cada una tienen sentido, y posibilidades, si
parten de un interés común, solidario, del conjunto. Que el interés común
es el que garantiza, y tutela, el interés de parte.
3.- En cuanto a las "mejores intenciones", una duda. ¿Sirven de algo las intenciones de los gobernantes inútiles?
3.- En cuanto a las "mejores intenciones", una duda. ¿Sirven de algo las intenciones de los gobernantes inútiles?
Y aún una
consideración de conjunto sobre las "autonomías". Para los que
tenemos un concepto, cultural, sentimiento, ... antiindependentista, supongo
que la solidaridad del conjunto de la ciudadanía, española, con la que
combatimos el franquismo, con la que hemos construido la democracia
española, con la que nos sentimos también solidarios si recordamos nuestra
propia historia, de común mestizaje, los intereses particulares de clan, de
región, de localidad, ..., nos parecen siempre secundarios, y en ocasiones
espúreos. De hecho quizás conviene recordar de vez en cuando la vocación de
solidaridad universal de la humanidad progresista.
Bueno amigo,
tu haces lo que te sugiere tu guión, el sentido del mensaje que pretendes con
el texto, pero, ya que lo pides, el camarada Camps no se priva de
expresar alguna opinión al respecto.
Un abrazo,
Isidor
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