«A
cambio de la ayuda que piden, los empresarios deben tener un compromiso claro
con el buen empleo». Lo ha dicho Antón Costas,
desde hace tiempo una de las mentes más lúcidas de los actuales episodios
nacionales. Para mayor abundamiento esa es la tesis central de su artículo de
hoy, sábado, en El Periódico. Por otra parte, el profesor Costas toma nota de
los discursos de la Convención empresarial que se está celebrando estos días:
«Es una retahíla bastante convencional en torno al qué hay de lo mío».
Ese
«qué hay de lo mío» está en el código genético del empresariado español que,
hoy por hoy, ha renunciado a tener un proyecto general de país. Hubo un tiempo
en que la pugna entre los empresarios era en torno al «modelo de país». Ahora,
cada uno en su casa y Dios en la de todos. Es el momento del empresario
autista: él, sólo él al margen de todo. De hecho el discurso de apertura de Antonio Garamendi, la vara
alta de la CEOE, se situaba en las
rutinas endémicas del empresariado español: el qué hay de lo mío, que viene de
los tiempos de antañazo. Peor todavía: la orientación principal del discurso es
una consigna a seguir las rutinas de siempre: «No hay que ir a la nueva
normalidad, sino volver a la vieja tan pronto como sea posible». Ni siquiera
una sugerencia de echar una mano al gobierno, aunque fuera como indica Edgar Morin, es decir, a través del «antagonismo
colaborador», un brillante constructo que no tiene nada de oxímoron. Lo único
potable del discurso de apertura es la llamada al diálogo, que contrasta con la
actitud patológicamente desesperada de los cristobicas
del hombre de Marbella, un guiñol obsesivamente bronquista.
Garamendi
debe estar inquieto por eso de la «nueva normalidad». De hecho, cuando se
fabrica un potingue de esas características que no especifica su naturaleza y
sus objetivos, pueden ocurrir dos cosas: o seguir la corriente de su real o
aparente banalidad o apretar los esfínteres precavidamente no sea que en esa
novedad haya gato escondido. De ahí que Garamendi haya venido a decir: «¿Nueva
normalidad? Pollas en vinagre. Vayamos a lo seguro, a lo de siempre: a
continuar haciendo lo que nos salga de la cruz de los pantalones».
Bien,
no seamos agoreros: todavía hay tiempo para
que el discurso de clausura le de dos manos de pintura al de apertura.
Addenda.--- No crean
ustedes que no valoro que la CEOE haya vuelto a la mesa de negociaciones. Hasta
ahí podíamos llegar.
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