lunes, 11 de mayo de 2020

Dejémonos de alegrías ante la crisis



Vamos a dejarnos de pollas, ni siquiera las que están en vinagre (1). El presidente de la Junta de Andalucía, el minimalista Moreno Bonilla, acusa a Pedro Sánchez de crear agravios comparativos por discriminar a Granada y Málaga que no pasan a la fase 1. Otros presidentes de comunidades autónomas se sienten molestos por la recentralización que suponen las medidas del gobierno central. Y hay quien tira de argumentos pintorescos como ha hecho la ´virginal´  Ayuso: porque haya accidentes de coches no vamos a prohibir la circulación. Tres cuartos de lo mismo sucede en Italia. Así pues, la pugna centro – periferia también está a la orden del día en estos «tiempos del cólera».

Hurguemos en el problema: ¿estamos, en este caso ante el conflicto político que  tensiona la relación entre el centro y las periferias? En mi opinión, la raíz del problema está en los intereses económicos y comerciales. Quiero decir, en la presión corporativa que gremios y asociaciones empresariales están ejerciendo contra los dirigentes autonómicos. Alegría, venga alegría. Lo peor –dicen alocados y sin fundamento— ya ha pasado. Pero hoy hemos sido advertidos: el diario barcelonés La Vanguardia, poco amigo de estridencias, mientras no se trate de la señora Colau, informa en portada del repunte de los contagios en Corea, que vueve a cerrar bares, clubs y discotecas, y, en las páginas interiores, del repunte en Alemania.  Más responsabilidades y menos lagrimicas. Más seriedad, sobre todo, ya es chocante que quienes estuvieron distraídos –excesivamente distraídos--  con el asunto de la carne mechá, pongan ahora el grito en el cielo.

Más responsabilidad y menos poner el rabillo del ojo en las contiendas electorales. Un dirigente político no puede decir que es justo hablarle en necio al vulgo para darle gusto, como dijo que hacía Lope de Vega. A muchos de ellos les falta el coraje del gran Jordi Cazaña (en la foto), macizo de la militancia de CC.OO., dirigente sindical en la Maquinista  Terrestre y Marítima. Cuando hablaba  Cazaña el personal sabía de antemano que no iba a decir lo que a la gente le gustaba. Siempre fue el más respetado.  

1)     «Dejarse de pollas» es un ideoloecto de la Vega de Granada, referido a esas gallináceas llamadas también pollas. Su sabor, aunque estén anegadas en vinagre,  es extraño, de manera que no vale la pena meterse en la charca para cazarlas.

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