Vamos
a dejarnos de pollas, ni siquiera las que están en vinagre (1). El presidente
de la Junta de Andalucía, el minimalista Moreno Bonilla, acusa a Pedro Sánchez de
crear agravios comparativos por discriminar a Granada y Málaga que no pasan a
la fase 1. Otros presidentes de comunidades autónomas se sienten molestos por
la recentralización que suponen las medidas del gobierno central. Y hay quien
tira de argumentos pintorescos como ha hecho la ´virginal´ Ayuso: porque haya accidentes de coches no
vamos a prohibir la circulación. Tres cuartos de lo mismo sucede en Italia. Así
pues, la pugna centro – periferia también está a la orden del día en estos
«tiempos del cólera».
Hurguemos
en el problema: ¿estamos, en este caso ante el conflicto político que tensiona la relación entre el centro y las periferias?
En mi opinión, la raíz del problema está en los intereses económicos y
comerciales. Quiero decir, en la presión corporativa que gremios y asociaciones
empresariales están ejerciendo contra los dirigentes autonómicos. Alegría,
venga alegría. Lo peor –dicen alocados y sin fundamento— ya ha pasado. Pero hoy
hemos sido advertidos: el diario barcelonés La Vanguardia, poco amigo de
estridencias, mientras no se trate de la señora Colau,
informa en portada del repunte de los contagios en Corea, que vueve a cerrar
bares, clubs y discotecas, y, en las páginas interiores, del repunte en
Alemania. Más responsabilidades y menos
lagrimicas. Más seriedad, sobre todo, ya es chocante que quienes estuvieron
distraídos –excesivamente distraídos--
con el asunto de la carne mechá, pongan ahora el grito en el cielo.
Más
responsabilidad y menos poner el rabillo del ojo en las contiendas electorales.
Un dirigente político no puede decir que es justo hablarle en necio al vulgo para
darle gusto, como dijo que hacía Lope de Vega. A
muchos de ellos les falta el coraje del gran Jordi
Cazaña (en la foto), macizo de la militancia de CC.OO., dirigente sindical
en la Maquinista Terrestre y Marítima.
Cuando hablaba Cazaña el personal sabía
de antemano que no iba a decir lo que a la gente le gustaba. Siempre fue el más
respetado.
1) «Dejarse de pollas» es un ideoloecto de
la Vega de Granada, referido a esas gallináceas llamadas también pollas. Su sabor,
aunque estén anegadas en vinagre, es
extraño, de manera que no vale la pena meterse en la charca para cazarlas.
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