miércoles, 20 de mayo de 2020

Castells y Duque, digan alguna cosa




«Estoy mordiéndome la lengua para reprimirme. ¿Quién es el garrulo que propone en la nueva ley de enseñanza la supresión del carácter obligatorio de las Matemáticas?  ¿De verdad cree alguien que debo esforzarme en demostrar tamaño disparate?».  Lo he escrito hace unos días. Y sigo inquieto, hasta tal punto que me siento obligado a demostrar que estamos ante un disparate caballuno.

1.---  Algo ha pasado en España a lo largo de la historia que nos ha dificultado tener una relación medianamente positiva con las Matemáticas. A decir verdad  nunca he podido explicarme el motivo de ello. Tampoco sé si hay estudios sobre ese particular. Estoy en cueros vivos, completamente ignorante, quiero decir. Sin embargo, retengo un dato, cuya importancia tampoco alcanzo a calibrar: en mis años de estudiante nunca tuve un matemático como profesor de esa disciplina; fueron un cura de olla, un químico y un físico. Nunca nos trasmitieron erotismo alguno por las Matemáticas. Según he podido saber, en aquellos años –hablo de los cincuenta del siglo pasado--  esta era la tónica general en los Institutos de Enseñanza Media. El mayor matemático del siglo XX, don Julio Rey Pastor, exiliado, enseñaba en Buenos Aires.

2.---  De un tiempo a esta parte se está corrigiendo este déficit en España. Por regla general los profesores de Matemáticas son licenciados en Ciencias Exactas. Y cuando parecía que se empezaba a remontar el vuelo, alguien plantea desde las covachuelas ministeriales que las Matemáticas no sean asignatura obligatoria. Ni siquiera se dan razones. No quisiera ser maleducado, pero esa cancamurria burocrática quiere conducirnos a la normalidad histórica española: a la ignorancia de las Matemáticas.

3.---  España o Jano bifronte. Media cara que mira a la innovación y la investigación; la otra media cara que prepara el papeleo para desdibujar las Matemáticas de los planes de estudios. La voz de Manuel Castells y Pedro Duque no se oye.

No tiene relación apostar por la España del I + D + i si se desfigura las Matemáticas que es, simultáneamente, la dueña y señora del pensamiento abstracto y la contramaestre de las ciencias aplicadas. Hasta el mismísimo Ferran Adrià sabe el potente vínculo entre la alta cocina y la ciencia de Euler.  

Corrijan, pues. Y como penitencia deberán ustedes escribir cien veces con letra gótica lo siguiente: «La diferencia entre el poeta y el matemática es que el poeta intenta meter su cabeza en los cielos, mientras que el matemático intenta meter los cielos en su cabeza». Lo dijo  G.K. Chesterton.  

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