Primer tranco
En
el Estado Mayor del Partido
Popular figuran con mando los que hace dos años eran capitanes. Son
jóvenes que tienen a la FAES,
como única religión verdadera, y Aznar como profeta. Este personal sigue a pies
juntillas las instrucciones al uso de las revueltas de los capitanes que en la historia han sido: desplazar sin consideración
a sus mayores hacia la jubilación. Casi siempre con golpes directos para darle contundencia
al desplazamiento y una duración para los nuevos encumbrados, como mínimo, de
varios quinquenios. Una nueva generación en el timón del PP con hambre de mando
al precio que sea. El alavés Alfonso
Alonso, cincuentón, es uno de los
que faltan por desplazar.
Alonso
es uno de los exponentes de la derecha administrativa de Boletín Oficial del
Estado. Sorayista que, en su día, ayudó al desplazamiento de Aznar. Político
que, en los chambaos de su partido, se le considera eficaz en comparación con
la gestión de aquella (subvencionada) Ana Mato en el ministerio de Sanidad. Digo que ahora se avecina
el desplazamiento de Alonso, también como aviso a los dirigentes de su generación, a los que ni siquiera se
les exige obediencia ciega sino que abran paso a los capitanes. «Devota crueldad», diría el famoso secretario
florentino.
Tranco segundo
Los
capitanes siguen sin rechistar la
Vulgata de Aznar. Todas las derechas españolas deben estar en la casa del PP:
una derecha, una lengua, una espada. Los taifatos de las derechas conducen a la
victoria de los rojos y los independentistas, afirman. La propuesta de Arrimadas –realmente un
maniquí de la derecha-- de hacer
candidaturas conjuntas con el PP en las comunidades históricas es, ciertamente, la constatación de que Ciudadanos se ha convertido
en un minifundio, pero –a la vez— abre el camino para la operación de «derecha
no hay más que una y a ti te encontré en la calle». Que los capitanes ven con impaciencia, pero Aznar gobierna la
jáquima de la cosa.
Curiosa,
aunque comprensiva, esta deriva de Arrimadas: su partido, que nació con un
aparente barniz socialdemócrata como fachada, puede acabar en las algorfas del
Partido Popular. Un barniz socialdemócrata porque el objetivo de los padres
solteros, fundadores de Ciudadanos –especialmente la rama de asiduos de la
Bodega Bohemia-- era crearle una grave
complicación a los socialistas catalanes que, en aquellos tiempos, estaban más
preocupados por el ablativo absoluto de Cataluña que por los problemas reales
del personal.
Pronto
tendremos novedades. Dura lex sed lex. O, si se prefiere: Dura FAES, pero es la
FAES.
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