1.---
A mis casi ochenta años creía que lo había visto todo. Falso. Por ejemplo, me
faltaba ver que Íñigo
Errejón ha conocido a Laura.
Laura es la portavoz de los post post post convergentes en el Congreso de los
Diputados. Laura. Laura
Borràs, exponente de la Generación
Calisay, una generación que ha venido a substituir a los grupos de broncos
consumidores, según los casos, de cazalla o pacharán, de chinchón u orujo a granel.
Es la generación de lechuguinos en la que figuran Martínez, alcalde de Madrid, Díaz Ayuso, presidenta de
la comunidad de Madrid, Pablo
Casado, primer figurante del Partido Apostólico y otros pisaverdes diplomados. Iñigo Errejón –las cosas
meridianamente claras— todavía no está en ese territorio pijo. Pero puede
traspasar la raya tras el reciente chicoleo con Laura. Tenga paciencia el
lector o lectora: más adelante aclararemos el suspense. De momento ya hemos
indiciado un spoiler, aunque si existe la palabra «destripe», ¿por qué tenemos
que dar cuatro cuartos al pregonero anglosajón?
2.---
Al grano. Errejón obtuvo unos resultados electorales ruinosos. Por su mala
cabeza no pudo formar grupo parlamentario. Decimos por su «mala cabeza» porque
nunca nos dijo por qué había roto Podemos; ni, menos todavía, explicó que la
ciudadanía fuera con él tan huraña, electoralmente hablando. Así pues, Íñigo es
enviado fulminantemente al Grupo Mixto, ese comistrajo donde cohabitan los
suevos, los vándalos y los alanos.
Al
Grupo Mixto han ido a parar los post post post convergentes, las virutas del
árbol pujolista, que ahora dirige Laura, Laura Borrás: la enviada de Torra,
presidente de la Generalitat, aunque haríamos bien en seguir el consejo de Jordi García—Soler y llamarla Particularitat.
Pues
bien, sumando irrelevancias, la poquedad de Errejón se junta con las virutas del
independentismo milenarista y, de esta forma tan estrambótica, intentan crear
el Grupo Parlamentario
Múltiple. La derecha catalana y
la izquierda naïf. Extraños chicoleos. Mientras tanto, algunos melancólicos de Errejón,
tocan la vihuela y cantan: «En tan grande polvareda / perdimos a don Beltrán».
Todavía
me falta ver más cosas extrañas.
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