Una
de las condiciones que ERC ha puesto al PSOE en estas negociaciones para la
investidura de Pedro Sánchez es que éste respete las instituciones de Cataluña.
Se trata de un planteamiento genérico que los republicanos han concretado en lo
siguiente: que Sánchez se reúna con Torra, formalmente presidente de la
Generalitat pero, según Jordi García—Soler, lo
es sólo de la Particularitat.
La
respuesta de los socialistas es conocida: vale, no hay problemas, pero nos
reuniremos con todos los presidentes de las comunidades autónomas. Entre
paréntesis: me imagino algunas caras, especialmente las de los francotiradores Paje y Lambán, exponentes acrisolados
del jacobinismo de secano. Dos extraños personajes, todavía instalados en aquel
Ok Corral que defenestró a Pedro Sánchez. Dos extraños personajes que ni
siquiera respetan el resultado de la consulta interna de su propio partido sobre
las negociaciones con ERC. Dos extraños personajes que más parecen encomenderos
que presidentes de una autonomía. Cierro el paréntesis.
La
respuesta de los socialistas a ERC ha sido brillante. Han encontrado un
artificio eficaz. Atención, la Docta define ´artificio´ de esta manera: procedimiento o medio ingenioso para
conseguir, encubrir o simular algo. De modo que con esas reuniones con todos
los presidentes se despotencia el
impacto que tendría un encuentro sólo con Torra. Y, así las cosas, se salva el
escollo –al menos de momento y hasta que no surja otro antojo por parte de los
republicanos— y continúan las
negociaciones.
ERC, al parecer, encaja la respuesta, y
poco le ha faltado para presumir –esta vez con razón-- de la utilidad de su política frente a la
gestualidad y la retórica de sus íntimos adversarios, los post post post
convergentes. No les falta habilidad a los de Junqueras. Se están dirigiendo a la
mesocracia catalana mediante un sobrevenido seny, al tiempo que ponen al
descubierto la conducta de Waterloo y sus amanuenses
arrodillados, siempre hooligans del «o caixa o faixa».
Se trata de unos modernos escribas que
recuerdan al astrólogo Akkulanu que vivió
cuando el imperio asirio llevaba sesenta años de sequía total. Que fue
requerido por el emperador Asurbanipal para conocer
los augurios. Akkulanu, que posiblemente sea un antecesor de la retórica de
Waterloo, le contestó: «En cuanto a las escasas lluvias de este año y que no hubiera
cosecha es un buen augurio para la vida y bienestar del rey, mi señor». (Fuente: la contra de El País, hoy)
P/S.--- Uno de los cuatro caballeros de este retrato
es mi progenitor, el joven tarambana local, a quien todos llamaban Pepelópez.
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