miércoles, 23 de octubre de 2019

Oriol Junqueras, Reina Madre



«El procés no avanzará hasta que no lo lidere Esquerra Republicana de Catalunya», ha afirmado bombásticamente Joan Tardá. Son unas declaraciones que vienen a echar más leña a la disputa a cielo abierto entre los partidos independentistas, ERC y los post post post convergentes. En todo caso parece evidente que la rotundidad de la afirmación está conectada al momento electoral en curso. Por lo demás no hace falta decir que la frase guarda una cierta relación con la mediocre eficacia de los parches sor Virginia.

ERC ha sido un río que, durante el procés, ha hecho numerosos meandros. Inicialmente tuvo una actitud furibunda (las «155 monedas de plata» que comentó aquel Rufián contra la rectificación de la declaración de la república catalana por parte de Puigdemont) para gradualmente ir convirtiendo la ratafía carlistona en calisay y finalmente dar la impresión que pone la independencia de Cataluña al baño María. Ocurre, sin embargo, que hay tantas esquerres como dirigentes a cualquier nivel. ERC es un conjunto de retales que no conforman un traje medianamente vistoso. Oriol Junqueras es la Reina Madre. Respetado, ciertamente, pero poca cosa más. En ese conjunto de retales sólo cuentan quienes tienen mando en plaza: Joan Tardá («hay fascistas con estelada») o Gabriel Rufián («la independencia de Cataluña no justifica el uso de la violencia») no tienen bastón de mando. Ahora son  genéricamente personalidades, vistos con susceptibilidad por parte del archipiélago.

ERC, así las cosas, tiene un problema de dirección: cada cual tiene su propio matiz con relación al resto del grupo dirigente. Lo que le lleva a la incoherencia. De un lado, no se le puede negar su fuerte contraste con el presidente vicario, pero –de otro lado--  es asaz chocante  que, ahora, cuando más débil es la posición de Torra, siga la política que éste (y el núcleo de Waterloo) imponen con la declaración del Parlament que han acordado con los post post post convergentes y los fraticelli de la CUP, nuevamente sobre la autodeterminación. Vuelta la burra al trigo: ERC abraza el simbolismo que su reina madre había criticado hace días y nuevo enfrentamiento con el Tribunal Constitucional.

Tengo para mí que ERC es incapaz de entender la gravedad del momento y la tendencia que ya se ha abierto. Al principio fueron las manifestaciones de masas («la revolución de las sonrisas»); a continuación vino la proliferación de grupos y grupúsculos con la idea de implementar el carácter pacífico con unas gotas de ira militante; más tarde llegaron los ladrillos, las hogueras y las barricadas; y recientemente dieron a luz el pillaje con el asalto a comercios. Faltaba el sabotaje: un cuarentón de pelo en pecho se encargó de ello lanzando un cohete contra un helicóptero, que sobrevolaba a los manifestantes. 

Las cosas como son: ERC denunció esta violencia. No así los emoticones de Waterloo. Pero ERC no se empeña en corregir esta situación. Atención a lo que dice Antoni Puigverd en su artículo de hoy en La Vanguardia: «Sin condena, corrección y represión de los fuegos de estos días, el independentismo corre el riesgo de perder el norte democrático». He subrayado la palabra «corrección», porque es algo que le es exigible fundamentalmente a ERC, si quiere liderar el procés, tal como plantea Tardá. Desde luego, la capacidad de liderazgo de los de Junqueras, no solo está en entredicho sino que parece inviable. Estar cantando misa y, a la vez, repicando no es posible como muy bien saben los curas de olla y los sacristanes.

«Hay fascistas con estelada», ha dicho Tardá. Ojo, «el independentismo corre el riesgo de perder el norte democrático». Y. como es sabido, Puigverd no dice una palabra más alta que otra.


Referencia https://www.catalunyapress.es/texto-diario/mostrar/1606089/tard-avisa-proces-no-avanzara-hasta-no-lidere-erc?fbclid=IwAR3ICGDL5BZuM6_X3l1F-LUnn-3Fghi4u_TIclrTV2pC41mc-rbJf0BcSks

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