«¿Formar parte
de un gobierno de coalición con el PSOE y, a la vez de un gobierno secesionista
en Catalunya? Es difícil de explicar e imposible de entender por incoherente».
Pregunta con retranca santaferina Quim González Muntadas a raíz de las
declaraciones de Gerardo Pisarello que no hace
ascos a un gobierno de concentración en Cataluña con todas las fuerzas del
independentismo (1). Tan sólo un matiz al querido amigo Quim: para Pisarello
nada es difícil de explicar; su labia vanilocuente es capaz de justificar eso y
su contrario. En cambio sí parece difícil de entender tan caballuna
incoherencia.
En todo caso,
tengo la sospecha de que a Pablo Iglesias el Joven no le parecería tan
descabellada la propuesta de Pisarello. Iglesias con una vela a Sánchez en
Madrid y otra vela a Quim Torra en Barcelona.
Lo que, sin ánimo de ofender a nadie, podría ser una forma de travestismo. O,
como se diría en Parapanda, de
hermafroditismo político. Que es un
estilo ambiguo que se permite formar parte de los intereses de Mario y Sila, de
Cicerón y Catilina, de Cánovas y Sagasta, de los Gigantes y de los Cabezudos. En suma, una forma de ser extraña en esta rara
toponomástica política de nuestros días.
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