No
es que Torra se haya
tirado al monte; es que, cimarrón, no se ha bajado. De nuevo ha colocado el
cartelón reivindicando la libertad de los presos
políticos, y nuevamente requerido por el Tribunal Superior de Justicia de
Catalunya para que lo descuelgue. A lo que se vuelve a negar el activista
patológico aduciendo que la justicia atenta contra la libertad de expresión.
Hablemos
sin pelos en la lengua: a este Torra le importa que los presos sigan en las
cárceles. Eso le serviría como excusa permanente en su bronca contra España. Recuérdese que ha habido conflictos a lo largo
de la historia que no se han resuelto porque convenía a las partes en litigio.
Que terminó convirtiéndose en su modus vivendi. Sigue habiéndolos. Así pues, la
permanencia en prisión de los dirigentes independentistas es un pretexto, un
motivo o causa simulada o aparente que se alega para hacer algo. En este caso, ese algo
se orienta a favor de Waterloo y sus sucursales.
Ese
algo son las próximas elecciones. Los
escribas sentados de Torra conocen al dedillo el estado de la cuestión: nuevo
descalabro de los post post post convergentes. El ramaje de ese árbol –antes
secuoya-- está cada vez está más chuchurrío. Por lo que Torra no puede bajar
del monte. Desde ahí resistir la competencia con Oriol Junqueras, que le rompió
el pulso en las anteriores elecciones del 15 de Abril. El republicano con 15 escaños, el arbolillo post post post
convergente con 7. Que le hace temer a Torra que pueda acompañar a aquel don Beltrán «en
tan grande polvareda».
…
Y sigue el debate en el independentismo catalán. Tal vez les pueda ayudar lo
que dejó dicho Fausto: «Lo que se necesita no se sabe / lo que se sabe, no se
puede usar». Grande Goethe.
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