Quim Torra predica de
nuevo la huelga general y se enfunda en el mono azul. De este hombre no puede
descartarse que sea un caso clínico, que debe atender con premura el albéitar
de guardia.
El
hombre de Waterloo y este Torra no han tenido empacho en compararse con Gandhi
o Martín Luther King, que algunos consideraron temerario. Por mi parte, es
solamente un caso de desequilibrados. Ambos, además, han ido cambiando de
referencia geográfica: primero fue Quebec, después Lituania, a continuación
Escocia; no olvidaron Eslovenia y ahora Hong Kong. Un dato que desvela Enric
Juliana: los independentistas propalaron que la China subvencionaría los
primeros años de la independencia de Cataluña con 11 mil millones de dólares.
De la China ná, según el dicho
zarzuelero.
Tan
cambiante giro de referencias, de personalidades y de territorios, no es otra
cosa que la vorágine de los acontecimientos fracasados del procés. Ahora, vuelta la burra al trigo: el vicario de Waterloo
propone la huelga general como respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo
contra los líderes independentistas. Torra invocando los espíritus de Georges Sorel, que había sido
monárquico y tradicionalista antes de pasarse a la pipirrana subversiva
en la década de 1890. En fin, así es de infantilmente temeraria la mesocracia
catalana, ufana de que su líder por poderes esté afectado por un permanente
delirium tremens. La mesocracia catalana que abandona las jaculatorias
--«Cuatro esquinitas tiene mi cama»--
por la convocatoria de una huelga general, a sabiendas de que será una
huelga furriel.
Un delirium tremens
el de Torra que ha podido leer en el blog de la Assoiació Sarviol, del pasado
mes de julio, un escrito del patriarca Jordi Pujol lo que sigue: «… la
voluntad de encaje efectivo en el marco español y europeo de la sociedad
catalana». Hay quien se ha apresurado y leído de forma interesada estas
palabras. Y ha sacado esta conclusión: el pacto de Pujol para que no lo empuren
es seguir en la senda autonomista, en el «encaje efectivo» en el marco español
y europeo. Lección: quien no pacta no saca nada en claro.
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