Pablo
Iglesias el Joven ha reiterado, y ha hecho decir a sus parciales, que «Pedro
Sánchez le humilla». De esta guisa los de Podemos están transmitiendo que su
dirigente y la organización son tan extremadamente débiles que no pueden
impedir ser humillados. Es chocante la lucidez que algunos politólogos parecen
tener con relación a los demás y la vista cansada a la hora de analizarse a sí
mismos. De donde se infiere que un buen doctorado en ciencias politológicas no
necesariamente conduce a una política que esté a la altura de ese doctorado.
No
es fuerza lo que Iglesias trasmite. Es debilidad y sentirse asediado. Lo último
que puede hacer una organización política es dar una paupérrima impresión de su
fuerza, y menos todavía cuando está negociando. Esto no se aprende en ninguna
academia, es algo de cajón. Tampoco su contrario es recomendable. En concreto,
aparentar que eres tan fuerte que te vas a comer el mundo tiene un corto
recorrido. Cosa que tampoco se aprende en ninguna universidad, sino que cae por
su propio peso.
Una
segunda sugerencia a Pablo: no es bueno para mi paladar usar la técnica de
provocar la lastimica en política. «Nos humillan» huele a eso. La lastimica a
lo máximo que llega es a concitar compasión, que poco tiene que ver con la solidaridad en estos casos. En
resumen, ni franciscanos ni fanfarrones. Eso sí, nunca debe exhibirse el propio
talón de Aquiles ante nadie. Para eso ya está Quim Torra que muestra generosamente su déficit
de neuronas ante propios y extraños.
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